Un budista borracho y lujurioso



"Juegos de niños.
Eso es todo lo que hace la gente, juegos de niños.
Van del coño a la tumba
sin que les roce siquiera el horror de la vida."
-Bukowski


Querido Bukowski:
Un día como hoy hace mil años naciste, bueno no hace mil años, pero hace rato ya. Debo confesar que seguido te pienso, sobre todo cuando me siento atrapada y casi claustrofóbica en este pequeño cuarto en el que vivo y me dan ganas de emborracharme y hacer nada. También debo decirte que cuando te pienso me das un poco de envidia, y es que eras un maldito genio, algo así como un poeta maldito; Pero eso no es lo que me da envidia, lo que me provoca ese sentimiento es que tenías un sueño, “disfrutabas” llevándolo a cabo y eras malditamente bueno.
En cambio yo, o estimado escritor; yo soñé toda mi vida con ser profe y ahora lo detesto, y creo que lo hago pésimo, que le hago un daño al proceso educativo de los “cabros”, así que medio deserté del sector y vivo de un empleo mediocre en una situación mediocre (y ya ser profe conllevaba a recibir un sueldo mediocre, así que estoy por debajo de eso). Además he adquirido ese mal hábito de fundirme el cerebro mirando tele. Ayayay me doy rabia, quizá deba darle un golpe a la tele y ponerme a leer como condenada.
Bueno quería hablarte de la miseria y las derrotas, de mi miseria y mis derrotas, que no las detallaré por completo aquí, porque bueno, si estas muertos quizá la puedas observar tu mismo o en definitiva no, pero tampoco leerás esto, así que nos abocaremos a la razón que me hace escribirte a ti, y no a otro.
Pienso que tú tienes una visión cruda, pero a la vez “romántica” de la vida, de la miseria, como si resistir fuera el acto más grande  y ganar queda en segundo plano; te pienso como un budista borracho y lujurioso, que se atreve a llevar una vida fuera de los paradigmas y se crea su propia moral no psicópata.
En fin, la tele me ha quemado el cerebro, quería decirte eso, que te pienso, y que de cierta forma, cuando te pienso, las derrotas y la miseria no saben tanto a amargura, sino más a un algo inevitable que nos separa de los juego de niños y nos instala en las mayores.

Saludos en tu “cumpleaños”.
Un abrazo.
Clo

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