Elefante



La desolación reinó entre los pasillos de esa escuela.




Me he quedado pensando… imágenes se pasean por mi mente, quizá soy susceptible, quizá es humano serlo.

El otro día, junto a una amiga y una sala casi vacía, vi una película de Gus Van Sant. Sabía a lo que iba, sabía ya el final, lo que no sabía era el inicio, lo del medio, el enfoque, los diálogos, la música, los colores, la mirada.

Me encontré ante una película lenta, que seguía a unos chicos, su vida: Un fotógrafo aficionado, sus tomas, sus caminatas por el colegio, su trabajo en el laboratorio; Una pareja de novios, sus diálogos amorosos, sus planes, sus juegos; Un grupo que habla de homosexuales, sus hipótesis, sus risas; Un trío de chicas que habla de chicos, de comida, que come y vomita; Un chico que intercambia el papel con su padre, su llanto, su espera, sus caminatas dentro de la escuela; Una chica solitaria, “inadaptada”, que quiere usar pantalón, que recibe burlas; Un chico que toca bien el piano, al que sus compañeros le tiran cosas, y su amigo que pasa la noche en su casa…

Un día normal, rutinario, quizá aburrido, hasta que sin mayor explicación, dos chicos, por algún motivo que jamás se sabrá, armados para la guerra, comenzaron a disparar dentro de la escuela, sus blancos; todo aquello que se moviera.




He ahí, que la muerte reinó entre los pasillos de esa escuela y a quienes se le observó vivir, ya no respiran.




Me quede pensando…


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La música

Mi vida social ha disminuido, heme aquí un viernes por la tarde en mi casa, media aburrida, medio torturándome, esto tiene pinta de domingo…

Cuando era chica me costaba sociabilizar, aún me cuesta, aún rechazo ir a lugares (carretes) por no enfrentar a la gente, a las conversaciones, a que me quede sin palabras.

Hoy iba en la micro, camino a la universidad, con la duda de si estaba abierta o no y con la certeza de que no llegaría a la clase, iba medio pensando en un trabajo que debía hacer y medio pensando en la vida, leí que Lou Andrea Salomé dijo: “El mundo no te regalará nada, créeme. Si quieres tener una vida, róbala”. Pensaba en que robar…que espacio llenar; Un deseo en el alma, un secreto que no me atrevo a mencionar, una amistad desecha, un oído que ya no escucha, un hombro que siempre estuvo, que parecía incondicional y se esfumo entre el viento; Un sueño por el que alguna vez luche y se me fue negado, una sospecha que quizá me imagino…

Entre esa ensalada de pensamientos medio formulados, un trío folclórico se subió a la micro; Un tipo algo mayor, otro muy alto y uno bajo, comenzaron a cantar, Violeta Parra y el emprender el viaje a las raíces…

Heme ahí en la micro, buscando algo que robar para descubrir y llenar el vacío, y un trío de hombres que no conozco, con su canto, me traslado al espacio de los satisfechos, sobretodo gracias al canto de el de menor estatura, su voz fue una melodía maravillosa…

Es fascinante lo que a veces logra la música.