Desde que
recuerdo que quiero ser vegetariana, es decir cuando era chica, bien chica y el
mundo brillaba con las múltiples oportunidades que se vislumbraban, yo me
imaginaba siendo veterinaria, rescatando perros callejeros y comiendo tofu, que
por ese tiempo estaba bien de moda, en las películas al menos.
Así que a los
11 años, mientras cuidaba la casa de unos vecinos y malcriaba a su perro
dejándolo dormir en los sillones y tratándolo como si fuera un bebé (humano),
me puse a ver un video que decía era de terror, como ya había visto todos los
HVS del lugar me senté con el perrito en mi regazo y comencé a ver dicha
película, la cual resultó ser un tipo de documental macabro del abuso animal y
me quede viéndolo, en parte por curiosidad y en parte porque el perro estaba
durmiendo en mi regazo y no quería despertarlo, y bueno, me horroricé, fue
tremendo y terrible, me puse a llorar y el perro despertó y yo lo comencé a
acariciar medio compulsivamente, una escena penosa; Y seguí llorando, porque a
esa corta edad ya tenía depresión y bueno por esa época solía llorar.
Así que de
vuelta a mi casa, cuando ya había barrido, alimentado al perro y visto los VHS
correspondientes decidí dejar de comer carne; Por alguna extraña razón mi madre
no se negó y comencé con la empresa, aunque por esa época no deje de comer ni huevos,
ni leche, ni pescado, ni mariscos, ya que supuse que al comer huevos o leche no
estaba matando a nadie y que a la hora de morir los peces eran menos torturados
y no crecían encerrados en una jaula en donde ni pueden moverse.
Al principio
fue difícil, mas que nada por la vida social, cuando iba a la casa de alguna
amiga me costaba rechazar la comida que me daban porque era de mala educación y
si me preguntaban que comía, yo solía decir que era naturista, así que la gente
asumía que solo no comía carne roja, por lo que pase una etapa en la que a
ratos seguía comiendo pollo o hasta cerdo en casas ajenas.
Pero por lo
demás no me costó dejar la carne, como en ese tiempo estaba algo inestable, esa
inestabilidad al parecer me ayudó, como si dejar de participar en un tipo de
matanza me ayudara a tener más fuerzas; Y es que en ese tiempo tenía un tipo de
pena medio irracional, pero no me faltaba la esperanzada, aunque quizá sí la
paciencia, pero el dejar de comer carne era hacer un acto, una trabajo, en ese
presente, para que el mundo fue un lugar un poquito más amigable.
Y así un día
deje un poco de lado la timidez y simplemente comencé a decir que no comía carne,
que podía comer ensalada no más, y ahí estaban mis tías diciéndome que cómo
hacía eso, que los animales estaban para comérselos, que en la biblia estaba
escrito, que me iba a enfermar, que eso
era una moda de la gente de plata, que yo no podía hacer eso, que era una
cabra chica mal criada, que me iba a andar desmallando y bla, bla, bla… Supongo
que esas escenas fueron un aliciente para que mis visitas se fueran alejando
más y más.
El asunto es que no era vegetariana, vegetariana, sólo
no comía carne (“terrestre”), pero sí pescado, huevos, leche y miel. Aunque si
solía llamar la atención e incomodar a las personas cuando me invitaban a
almorzar, y es que el chileno común no pasa su almuerzo sin comer pollo o carne
roja, y a pocos les gusta el pescado.
Así que pocos
se acostumbraron a mí y me continuaron invitando a almorzar… Y a ellos en
verdad los tengo en mi corazón y se los agradezco por ser compresivos y
entenderme, aun cuando tuviera 11 años.
Con el paso del
tiempo supongo que se volvió parte de mi identidad esto de no comer carne,
varias personas me regalaron revistas o libros que educaban sobre el
vegetarianismo así que me fui informando, siempre con la idea de algún día
volverme vegana, lo pensaba para un futuro, porque tenía la idea que sería caro
y que me tenía que educar, y bueno en ese tiempo se veía lejano el día en que
comprara mi comida y no existía Internet (en mi casa o mi mundo al menos)
para investigar.
Pero junto con
la tardía adolescencia, desamores y rupturas amistosas, me comenzó a entrar el
complejo gregoriano con fuerza (con cuática, a lo chileno); y comencé a notar
que esto de no comer carne, de comer pan con palta en los asados o de plano no
querer ir, ser medio nerd y tener poca paciencia a la hora de explicar mi
dieta, no jugaba muy a favor en mi casi inexistente vida social; Además de
tanto escuchar que al no comer carne no
hacia mucho en contra del maltrato animal, me lo comencé a creer y comenzó a
decaer mi convicción; y es que igual uno
empieza a subestimar una decisión que tomó a los 11 años, y que después sigue,
pero que al no tomar la precaución de alimentar esa decisión a través
de reflexiones, está va perdiendo de a poco la fuerza, el sentido.
Luego, junto
con la despedida del colegio, un quebrazón familiar de los potentes y la
presión de si iba o no entrar a la universidad, se comenzó a quebrajar en algo mi
espíritu al parecer, porque comencé a comer carne, así nada más después de
haber sido disciplinada como 7 años, comencé a comer carne; no recuerdo bien cuándo,
ni cuánto tiempo, pero recuerdo que
fueron varios meses, quizá un año, en el transcurso del tiempo en que estudie castellano y me
salí de la U, por allá, por el 2005, creo. Según Karím, fue menos que eso, porque dice
que al final en esa época nunca se comió un asado, completo, hamburguesa o algo
que tuviera carne conmigo, por lo que no me vio comerme a algún animalito
muerto y/o procesado, lo que le apenaba un poco, pero en esa época nos veíamos
poco y yo recuerdo que fue harto tiempo, no recuerdo cuánto, pero harto.