Espera...

. - · *· - . _ . - · *· - . _ . - · *· - . _ . - · *· - . _ . - · *· - . _ . - · *· - .

.

Mmmm…

.

Quizá a veces una espera sin darse cuenta.

.

Una espera no tan espera.

.

Sería mejor darse cuenta que una espera

cuando termina la espera.

.

Sospechar que una espera,

se parece a la espera.

.

¿Será la esperanza

un estado de espera?

.

Quizá es la mejor de las esperas.

.

. - · *· - . _ . - · *· - . _ . - · *· - . _ . - · *· - . _ . - · *· - . _ . - · *· - .

Tengo sueño… y sueños.

Discusiones mentales… (internas)

.

Mmmm…

A veces se me viene a la cabeza

que quizá un día de estos

me van a atrapar…

Descubrirán que sé tanto de matemáticas

cómo un púber que va en un medianamente buen colegio;

Que soy un tipo de estafa,

sin mayor don para las abstracciones,

sin mayor pasión por los números…

Sin mayor entendimiento…

Que todo este tiempo ha sido

la dura y larga lucha de mantenerme en pie;

Y me asusto;

Quizá a alguien se le ocurra denunciarme

Y me terminen expulsando…




Estas siendo paranoica

y media ilusa,

en el mal sentido de la palabra;

No tienes que ser una genio

para conseguir un titulo o ser profesora,

la mayoría de la gente no lo es;

Basta con ser esforzada, trabajadora, perseverante (o pilla);

Y eso ya lo estas aprendiendo a ser (no necesariamente lo de pilla);

Al fin y al cabo, si fuera necesario únicamente alguien

que sabe sólo de teoremas y números,

utilizarían un libro

y no sería necesaria una persona.

Y tú la pasión por la pedagogía

ya la has ido cultivando hace años,

que es lo que importa ahora.

...

Además los miedos y las dudas

forman parte del camino.

...

Extrañas conclusiones

.

Quizá sea bien irracional y poco reflexivo mi comentario, pero a veces veo a tanta gente que debería ser feliz no serlo, claro raramente me inmiscuyo en la parada de la gente frente a la vida; Pero justo ahora me he puesto a pensar, mejor dicho a “envidiar” ciertas vivencias y “posesiones”, por decirlo de alguna manera, que tienen otras personas, y fue más por los momentos y sentimientos que me entró la envidia; No piense usted que soy un ser repugnantemente envidioso, es sólo que a veces me gustaría vivir ciertos mágicos momentos y sentir ciertos fuertes y a veces permanentes sentimientos, que no he vivido ni he sentido.

El asunto es que esta gente, a la que a veces envidio, resulta ser martirizada por extraños fantasmas o monstruos que hacen a veces de sus días irrespirable, angustiosos o la fotocopia casi idéntica del día anterior, y claro se quejan, con todo derecho, sin ver el vaso medio lleno y miro mi existencia y me digo; “Chuta que estoy cagá” y me sumo a ratos en la pena; o a veces caigo en la cuenta que me acostumbre, asumí mi existencia o tengo una gran cantidad de fe y esperanza, porque hace unos cuantos años yo me quejaba, y aún lo hago, pero antes era más y hasta llegaba a encontrar injusto a Dios, o a la existencia y me llegaba a caer mal yo y me medio detestaba. Y ahora, cuando a mis 21 años aún no conozco el amor (romántico), cuando aún mis amigos se pueden contar con los dedos de las manos, cuando aún no tengo un cómplice, ni confidente, y muchas de mis tardes la paso sumida en el ocio y la rutina, y cuando aún no sucede lo que más esperaba a los 16 , cuando mi familia sigue siendo un ente extraño a ratos desolador y he sufrido varias penosas perdidas, ya no encuentro injusto a Dios, ni me he llegado a odiar.

Y es que al ver a esta gente que medio envidio con sus momentos y “posesiones” he descubierto que quizá uno es infeliz de puro ciego o gusto, por pura flojera, por puro complejo de protagonista de tragedia griega; Y es que al ver a esta gente que posee lo que yo no y no lo valora o no le saca provecho a lo que le toco, me doy cuenta que quizá Dios siente una gran frustración al verlos y quizá al verme a mí también, cuando por diversos motivos me encierro en mi pieza y comienzo a detestar mi existencia.

Quizá ellos y yo no alcanzamos a ver ese algo que en ocasiones otros sí.

…Aunque creo que a ratos es sano permitirse estar triste.

No pretendo dar lecciones de vida, ni remecer conciencias, hay un montón de testamentos circulando por ahí que pretenden hacerlo, sólo pretendo dejar un registro de mis conclusiones y así comenzar a sospechar que quizá la felicidad no tiene que ver con lo que nos han contado, sino con un algo quizá inesperado y hasta más simple.

Por ahora aún tengo a mi familia, a mis pocos, pero en ocasiones contundentes amigos, el proyecto de cumplir un gran sueño y la fe en el futuro.