En el último año he aprendido que hay mucha gente maravillosa, los amigos que te acompañan, los familiares que te quieren porque sí, los compañeros que te apoyan (y te llevan en el auto), los estudiantes que te dan comida; los seres de habla checa, danesa o húngara, que te hablan en inglés, pero a los que les contestas en español y se esfuerzan por entenderte y comunicarse... El mundo está lleno de personas maravillosas y yo me he topado con muchas
Por eso y por todo lo demás ¡Arriba las palmas!! 👏👏👏👏
La vida ha mejorado
Una vez salí con
un tipo, era como la segunda o tercera cita, se nos hizo tarde y como estaba
medio ebria le ofrecí quedarse en mi casa que estaba muy cerca y la de él muy
lejos, pero le dije que no habría sexo, sí así, medio inocente y directa.
Al día siguiente,
luego de una noche de algunas insistencias de su parte y de una rotunda
negación mía, amanecí a su lado sin haber tenido sexo y mirando el techo;
pensaba que la vida nos puede cambiar mucho, pensaba en que tendría que
trabajar haciendo clases, trabajaría en algo y un lugar muy distinto a mi
trabajo anterior en donde había estado tres años.
A mi lado el tipo,
un tipo distinto a mi pareja anterior. Se avecinaba un año en otro trabajo y
sin el hombre que me había acompañado durante algo más de un año y quizá, solo
quizá el tipo que dormía a mi lado me comenzaría a acompañar.
No hubo sexo, ni
una relación formal con el tipo de la cita, hubo un trabajo desafiante, un
cambio de vida que se tradujo en conocerme quizá un poquito más, me caí, un
golpe de esos grandes, pero también me levanté, cojeé, pero trabajé en que esa
cojera se convirtiera en un andar con estilo.
Ahora me enfrento
a un viaje y a un cambio de trabajo, iré de vacaciones a un país de Europa, no
hablo la lengua y tampoco inglés, me endeudé. No sé bien porque hago este tipo
de cosas, cosas quizá no tan racionales ni tan pensadas, me da miedo, tengo
miedo del vuelo, de perderme, de no entender una palabra y quedarme varada,
tengo miedo de gastar una millonada y pasarla mal, tengo miedo de estar
endeudada y no poder pagar, tengo miedo, tengo miedo. Me faltan tres días y
tengo miedo.
A la vuelta
comenzaré en un nuevo trabajo, al otro lado de la ciudad, en un colegio que no
conozco, en cursos en que no he hecho clase, tengo miedo, tengo miedo que los chicocos
sean pesados, que se porten mal, que descubran que casi ni me acuerdo de ese
contenido, que entre que fui a un colegio malo y que en la universidad casi no
enseñan lo del colegio, me quedaron huecos gigantes, tengo miedo que descubran
que quizá no sé, tengo miedo de quedarme en blanco frente a 45 adolescentes,
tengo miedo.
Tengo miedo y
esto se ha vuelto un vómito, una verborrea del miedo.
Pero cuando no
tengo miedo, me acuerdo de esa mañana cuando desperté con un candidato a un
amor, no sé porque revivo el momento, fue en un día de verano, veía como las
sombras y las luces hacían formas en el techo y pensaba es cómo la vida cambia.
Me sentía entusiasmada, entusiasmada y nerviosa, entusiasmada y con gratitud,
entusiasmada y con miedo.
A veces me digo
que ya pasé lo peor, me enfrenté a mis propios monstruos…
Me enfrenté a
muchas salas de clases, me enfrenté a muchos adolescentes. Conocí muchos
aspectos de mí en esas salas de clases y entro lo dulce y agraz salió ganando
la alegría, la alegría de estar frente al otro, de ver aprender a un alumno,
ganó la alegría de ser parte de un proceso tan importante como el de educarse y
el de crecer en cuerpo, mente y espíritu. Ganó la alegría y el amor sobre el
miedo.
Me enfrenté a la
soledad, no sé bien porque, pero por alguna extraña razón, por algún tiempo le
tuve miedo a quedarme sola en mi casa y/o a no tener pareja (como dice el
dicho, me calló el escupo en la cara). Más por obligación que por voluntad tuve
que enfrentarme a la soltería y a quedarme sola en casa. Pobre tipo de la cita,
quizá por eso lo llevé a mi casa esa noche, quizá inconscientemente no quería
pasar la noche sola, no sé. Yo sabía en esa época que no estaba pensando con
claridad y andaba haciendo puras tonteras como el hecho que semanas después
volví con mi ex (mal, mal), pero esa es otra historia, el asunto es que meses
después de la cita con el tipo me enfrenté a la soltería y a quedarme sola en
casa. Supongo que ha salido bien, es decir, ahora atranco la puerta con una
silla, lo que me da cierta seguridad y ya no extraño al tipo de metro ochenta
que roncaba a mi lado, tampoco siento la necesidad de querer dormir con
alguien, los pasatiempos se han vuelto menos nocivos y varios aspectos de mi
vida se han vuelto más sanos.
Aún falta mucho,
pero supongo que la vida ha mejorado, soltera y haciendo clases, la vida ha
mejorado; y a ambos sucesos les temí en menor o mayor medida, por un corto o
muy largo plazo.
PD: Ahora me hace
aún más sentido la entrada “De todo corazón: que 2018 sea un mal año para ti”.
Etiquetas:
Divagaciones varias,
Educación,
Enredos mentales,
Historias de vida,
Reflexiones
Bienvenido 2018, ¡cállate y haz zazen!
Frente a las circunstancias
de la vida este año pretendía recibirlo sola en mi hogar, quizá haciendo zazen,
tranquila (copiándole a Kyonin).
Pero al final
accedí a una oferta de una amiga y fui con su familia. Es curioso cómo me he
encontrado con gente que me abre las puertas de su hogar y me “adopta” por unas
horas.
Me gustó la forma
en que recibí el año, con quienes lo recibí. Creo que fue un acto lleno de
amor, amor familiar, amor de amistad y de generosidad con una desconocida,
amor.
Por mucho tiempo
me ha causado una gran sorpresa, quizá pena y hasta rabia las injusticias de la
vida, la orfandad, las tristes noticias de la TV o las propias historias que
presencio o vivo que parecen injustas y crueles.
Pero creo que
también pasa al revés, también nos encontramos con mucha belleza y amor, hay
tantos hermosos gestos generosos en el mundo, como aquel tipo que ayuda a subir
un bulto pesado por las escaleras en el metro a una desconocida, los saludos
amables en el ascensor y el que te reciban en una fiesta familiar, en un hogar,
muestra la belleza y el amor que podemos encontrar en la cotidianidad, que no
lo “ganamos”, los recibimos y ya de manera casi al azar.
Sé que quizá nos
fijamos más en lo feo, en cómo, como género humano, hemos ido destruyendo, pero
también hemos construido, hay tanto amor en el mundo, basta observar… Anoche lo
vi, lo he presenciado tanto a lo largo de mi vida y es una pena que muchas
veces pongamos más énfasis en lo triste, en lo amargo, en las injusticias,
siendo que millones de seres a lo largo de la historia influyeron en cada uno
de nuestros nacimientos, en nuestra existencia, millones de seres a lo largo de
la historia influyeron en todo lo cómodo o bello que tenemos, como la
tecnología, la música, el arte, la familia, los amigos, el amor.
Hay tanta belleza
y amor en el mundo.
Hay un bello verso budista que dice: Con el corazón y con el alma agradezco a los
millones de vidas, seres y esfuerzos, en todos los tiempos, que resultaron en
mi existencia.
Me gusta.
Quizá mis propósitos de año nuevo deban ser repartir más
amor, ponerle más atención y énfasis a los actos de amor que pululan a mi
alrededor… Suena bien… pero estas son palabras, que espero no se las lleve el
viento, palabras que de nada valen sin práctica, palabras que pueden estar
tremendamente equivocadas.
No lo sé.
Pero creo que mientras las palabras bailan a mi alrededor y
los propósitos de año nuevo desfilan en las conversaciones y en las redes
sociales, sospecho que uno de los pasos más importantes es meditar, oohh
pequeño habito escurridizo.
Tengo la imagen mental de que algún maestro zen, con su
vestimenta negra, escucharía estas ideas, quizá me sonreiría y me diría:
¡Cállate y haz zazen!
Y con toda la imperfección de mi carácter yo le diría: Está
bien, pero un paso a la vez…
PD: Acá la entrada en que el monje Kyonin explica su idea de
recibir el año nuevo meditando: http://chocobuda.com/2017/12/28/zazen-y-ceremonia-de-ano-nuevo-2018-en-linea/
Etiquetas:
Año nuevo,
Budista,
Citas y poemas
Suscribirse a:
Entradas (Atom)