Qué he sacado con quererte

¿Qué he sacado con la luna, ay ay ay,
que los dos miramos juntos, ay ay ay,
qué he sacado con los nombres, ay ay ay,
estampados en el muro ay ay ay?
Como cambia el calendario, ay ay ay,
cambia todo en este mundo, ay ay ay.
Ay ay ay
ay.

¿Qué he sacado con el lirio, ay ay ay,
que plantamos en el patio, ay ay ay?,
no era uno el que plantaba, ay ay ay,
eran dos enamorados, ay ay ay.
Hortelano, tu plantío, ay ay ay,
con el tiempo no ha cambiado, ay. ay ay.
Ay ay ay
ay.

¿Qué he sacado con la sombra, ay ay ay
del aromo por testigo, ay ay ay,
y los cuatro pies marcados,
ay ay ay,en la orilla del camino, ay ay ay?
¿Qué he sacado con quererte, ay ay ay,
clavelito florecido, ay ay ay?
Ay ay ay
ay.

Aquí está la misma luna, ay ay ay,
y en el patio el blanco lirio, ay ay ay,
los dos nombres en el muro, ay ay ay,
y tu rostro en el camino, ay ay ay.
Pero tú, paloma ingrata, ay ay ay,
ya no arrullas en mi nido, ay ay ay.
Ay ay ay
ay.


-Violeta Parra

( ...una canción que me aprieta el estómago)


Seguimiento amoroso

Hace algunos años, cuando salí del colegio, tenía una amiga, que en esos tiempos era la más cercana, parecía de mi familia; Ella andaba cabizbaja, en parte porque le habían roto el corazón y en parte porque no había ingresado a la universidad.

Un día, cuando estaba haciendo frustrantes trámites, se sentó en el pórtico de alguna antigua construcción, en una de las pocas vías no muy concurridas del centro de Santiago; Se sentó y lloró… Un joven se acercó y le comenzó a hablar, charlaron, el le pidió el número de teléfono y le dijo que la llamaría, lo hizo y comenzaron a tener conversaciones telefónicas y no por MSN como se estaba instaurando.

El asunto es que un día salieron, a una tocata, parece, no lo recuerdo, y él, que hasta esa altura parecía ser el candidato a reconstruirle el corazón a mi amiga, la intento besar; Ella se negó, me dijo que era porque quería que fuera “distinto”; Quería ir despacio. Luego de esto, el tipo dejó de llamarla, yo le dije que quizá se había sentido rechazado y que pensaba que ella no quería algo con él; Supongo que mi amiga se creyó mi psicoanálisis, porque luego de eso se empeño en contactarlo.

No tenía su teléfono, ya que él no lo poseía, ni móvil, ni fijo, no era un chico que se “conectara” así que de MSN o mail nada; Pero tenía el número del teléfono público de donde él la llamaba. Por coincidencia o vaya a saber qué, mi amiga tenía otra amiga que trabajaba en una central telefónica, y ella sólo con el número podía conseguir la dirección del lugar; y lo hizo, así que ahí teníamos la dirección del almacén de donde este chico escurridizo llamaba.

Con la dirección en mano y un mapa copiado de Internet, mi amiga, me propuso la acompañara hasta el lugar, preguntáramos en el almacén por el chico y que luego fuéramos hasta su casa a buscarlo, romántico o sicótico, elija usted. Yo como la quería tanto y no tenía algo mejor que hacer, accedí. Así que me encontré arriba de una micro, muy lejos de mi hogar, sin saber donde estaba, junto a mi amiga, en busca del candidato a ser su amor.

Lamentablemente no dimos bien con el lugar, en realidad nos perdimos, y divagamos por varias calles, hasta dar con un almacén que reunía algunas de las condiciones, preguntamos por el chico, pero la señora que atendía nos dijo que no conocía a nadie así; Mi amiga me dijo que estaba segura que ese era el almacén, porque él le había hablado del lugar. Entonces estamos cerca, comenté. En un acto de sobre estimulación, o algo parecido, le propuse a mi amiga que hiciéramos panfletitos, donde le dijera que lo andaba buscando. Otra vez mi amiga presto oídos a mis palabras y escribimos varias veces: “Sebastián, la gatita te anda buscando, escribe a …”, o algo por el estilo. Los pegamos en las cercanías, esperando que esta extraña historia, se convirtiera en una de amor.

Después nos sentamos en una banca de una plaza, comimos pasteles; mi amiga, emocionada me decía que valoraba enormemente la compañía, la complicidad, nuestra amistad, yo compartía el sentimiento, y sonreía; Fue un agradable momento y algo desquiciado, supongo; Aunque útil, porque a mi amiga le mejoró el animo.

Lamentablemente el tipo no hizo contacto -impidiendo que la vida de mi amiga se convirtiera en una novela rosa- se lo trago la tierra, o a lo mejor se asustó. Pero mi amiga, con la tranquilidad de haber hecho algo por conseguir el amor, se conformó y siguió con su vida, confió en el destino…

Yo por mi parte me quede pensando en las estrategias: ¿Sirvió, jugo en contra o dio igual que ella se negara a besarlo? Con mi amiga, decidimos que da igual, se lo atribuimos a la química o al destino, nos propusimos creer en el destino…

Paraíso de gordos

A veces me imagino en un paraíso de gordos,
como en una pintura de Botero;
donde adorables personas se escapan del estereotipo de la delgadez
y se muestran entrados en carnes,
con grandes piernas, anchos brazos, inmensos traseros,
abultadas barrigas y muy amplios rostros,
llenos de redondeces, desproporcionados;
Con fuertes colores y llenos de luz;
Los veo y me veo a mi misma, corriendo entre pastos y flores,
saltando, bailándole al cielo, ligeros, enérgicos, libres;
Libres de poder mostrarnos con el doble o triple del peso ideal,
libres de añorar un helado sin culpa,
libres de comer cuanto chocolate se quiera,
libres de miradas acusadoras,
libres de nuestros propios prejuicios,
libres;
Libres, corriendo gordos por el campo,
danzándole a la gula, al placer…
Hermosos y libres gordos felices.



(Pintura: "Adan y Eva" de Fernando Botero)

Murio mi monitor

Leal y viejo aparato que tanto me acompañó, murió el sábado, en las manos del enano, mientras yo hacia clases, así que no presencíe tan triste momento.

Me quede sin computador, ni internet, ni msn, ni facebook, ni mails, ni videos ociosos, ni lecturas "blogeras"...

Me quedé sin vida social...

Si me atreviera a soñar


Si me atreviera a soñar, sin pedir permiso, ni préstamos, ni crédito; soñaría con el estar en una casa luminosa y de paisajes verdes, con silencio o suave melodía; con amigos sinceros, fieles y constantes; con vecinos amables y flores en el jardín.

Si me atreviera a soñar; Soñaría con un compañero, más amigo que amante… Amante, un amigo total y amante parcial; Si me atreviera a soñar, me vestiría de gitana, con el vientre plano y fuerza en las entrañas; Luchando, construyendo; Riendo.

Si me atreviera a soñar, sería aventurera, con tórridos romances y algún amor perpetuo; sería como una obra… una poesía; una pieza de jazz.

Si me atreviera a soñar, yo iría de la mano, entregando sonrisas y abrigo.

Si me atreviera a soñar, él me diría que me quiere como a una amante y a una amiga; que me quiere de cómplice, de hermana incesta, compañera y familia.

Si yo me atreviera a soñar, él sería mi amante y jugaríamos a ser niños traviesos, adolescentes escabullidizos, jóvenes desenfrenados, adultos tórridos y ancianos leales…

Si yo me atreviera soñar; saltaría estas paredes y olvidaría los años de abandono; Creería que Dios tiene un plan, dejaría de lado el limbo y empezaría a confiar más.

Sólo si me atreviera a soñar, sin pedir permiso, ni préstamos, ni crédito…

Rock por Chile

Me desperté, sin saberlo, con una hora de atraso, yo pensaba que habían cambiado la hora, mientras la alarma de mi celular sonaba y yo me intentaba quitar el espanto de las pesadillas que había tenido: “Debe ser el estrés del terremoto liberándose del inconsciente, no son señales…”, “Mejor espero a que llegue mi mamá de la feria para levantarme; no, no puedo esperar tanto, tengo el tiempo justo”, rezo a la deidad sin nombre: ¡Quítame el espanto!

Me levanto pensando en la inmortalidad del cangrejo, mientras prendo el calefont rezo porque una de las pesadillas no se cumpla y esa maquinita no encienda la casa al prenderlo.

Sigo somnolienta y algo relaja, hasta el llamado de mi hermana, que esperaba que yo compraras las entradas del cierto, no me altera, y me digo a mi misma que tengo tiempo “¿Quién llega a la hora a los conciertos?”, además, las pesadillas habían apagado un tanto las ganas de alejarme de mi casa.

Mientras desayuno, algo que no me gusta mucho, dado que mi familia se levanto antes que yo y no recordó que yo igual comía, le pongo atención a la tele y me doy cuenta que es justamente una hora mas tarde de lo que imagino, y comienzo a temer un poco el quedar mal con mi hermana.

Me fui al mall Vespucio, ahí ya he comprado entradas, lo recuerdo, me sirve el lugar; Primero voy a almacenes París, donde esta sin sistema ticket, luego a la feria del disco, que esta cerrada, por remodelación al parecer, “¿Me voy al arenas no mas? ¿Allá venderán entradas?”, el Florida Center esta cerca; Me voy para allá con algo de tedio y preguntándome si los sueños en verdad quieren decir algo o si son, como se suponía creía, mensajes del inconsciente.

Tras una filas y comprando la entrada, cuando está empezando el espectáculo en el “Arenas”, llamo a mi hermana y acordamos juntarnos en el metro parque O’higgins. Amablemente mi hermana me lleva unos sándwichs y cerveza al encuentro, nos sentamos en el parque a comer y a tomar un poco; mientras noto a mi hermana más grande, más adulta, con un gran susto a beber en la vía pública…

Entramos a la cancha, mientras tocaban grupos equis, algunos pegajosos que me instaban a mover este poco coordinado cuerpo; Mientras absorbía la energía de la gente y mi hermana me decía que se sentía en una disco peque, ya que al parecer le está dando el complejo de sentirse vieja…

Mientras observaba el techo y ñoñamente pensaba en la clase de triángulos que lo conformaban y me daban ganas de construir una maqueta por el estilo; Salió Nicole, ella que siempre canta los hit de antaño y logra hacerme cantar rememorando mi infancia; Indicio, para mí que de ahí empieza lo bueno, ultima telonera o primera famosa, escoja usted.

Luego Gondwana, con su verde amarillo y rojo que nos hizo cantar y bailar al ritmo de esa melodía “volátil” que llama a la paz y la buena onda.

Chancho en piedra, que gracias a una amiga llegué a detestar por ponerlos tanto; y que al irnos reconciliándonos me hacen cantar: “escogiendo a una reina…”, acompañados de su despelote y pequeños puercos bailando sobre las cabezas.

Javiera Parra, con ese par de canciones que me medio sé y vocifero sin vergüenza, de forma cebollera y sobreactuada.

Los Jaivas, y esa melodía que parece venir de la “Pachamama” y su “para qué vivir tan separados, si la tierra nos quiere juntar…” que nos hace cantar a todos y trasladarme por un momento a la dimensión de los disfrutes.

Francisca Valenzuela, y mi hermana encantadísima, con su “muérdeme la lengua” y un tipo cerca que al parecer se la imaginaba desnuda y no temía demostrarlo…

Primavera de Praga, me fui a comer juzto ahí.
Gonzalo Yañez; no sé quién es, me aprendí el nombre, seguí comiendo.

Los miserables, con su punk rock y covers desenfrenados. Con algo de cansancio ya en el cuerpo, y este pie que me duele constantemente; ellos a quienes rara vez escucho por iniciativa propia, me hicieron saltar y bailar; entrando en ese tipo de climax que se vive entre la multitud de los conciertos, y justo cuando gritábamos: “Si me equivocará otra vez, si me enamorará de ti otra vez…” Oscuridad y silencio, espero y supongo que muchos esperaban, silencio y quietud, ni siquiera un grito de algún chistoso, luego algunos celulares, vuelve la luz, el miedo en la cara de mi hermana es notorio; Mientras intentan seguir tocando. Nos dicen que está la luz cortada en todos lados, pero que ahí seguirá la música; vuelven los miserables, con el “El crack”, hacia el final otra vez apagón; Pero la multitud sin sorprenderse tanto, como la vez anterior, sigue cantando “Sueños de niñez pichangas del barrio cara sucia sudor y barro, sudor y barro” y terminamos la canción, lo cual fue en, cierto grado, emocionante.

Luego desconcierto, espera y el darse cuenta, en forma lamentable que el espectáculo ya no seguía y qué a quienes fui a ver con mayor entusiasmo, pues no iban a tocar.

Afuera y sin luz, el camino a casa comenzaba; La música se apagaba en mi mente y el encanto se iba alejando a medida que me alejaba del Arenas; Me empecé a asustar por el regreso a casa; afortunadamente y gracias a la deidad sin nombre, luego de una pequeña odisea, mucho más pequeña de lo que imaginé, llegamos a la casa de hermana sin novedad.

Extraño día.