Construyeron
De nuevo en casa.
Luego de extrañar mi cama, mi pieza y especialmente aquel cuarto pequeño que siempre recrimino por no poseer tina, que muchos llaman baño; Vuelvo de vacaciones, ese tour improvisado, con poco presupuesto, donde deambulamos y vegetamos con mis amigas. Buenos recuerdos; supongo que cuando sea adulta recordaré esta época con aprecio y alegría.
Me instauro en mi cuarto, frente a esta pantalla que se supone me contacta con gente y me abre las puertas al mundo; y yo me quedo con alguna ala vacía de mi alma, y me instauro en las nostalgias de lo que no he tenido… Ciclos.
Me encuentro con el cuento del elefante, recordándome una decisión que deje en el aire y a pesar que las ilusiones me llevar por una alternativa, la realidad me dice que la voluntad debería luchar otra. Entonces comienzo a soñar en un futuro verdoso, en una cabaña con terraza donde creo proyectos para el mejore de la educación.
El paisaje es hermoso, confortable, tranquilizador y mi alma baila entre proyectos, trabaja, se llena; Y mi mente se esfuerza, cómoda entre ideas. Entonces ayudo y me ayudo, donde en una tarde trabajo en algo que creo y aprecio.
Me pregunto que tendrá el sur que me persigue en mis premociones inventadas; Si aún ni lo conozco.
Me pregunto que me aguarda el fututo, y si algún día me veré obligada a tomar la nombrada decisión o si será la propia vida la que la tome.
¿En cuánto estará presente Dios en todo esto?
La lección del elefante
El otro día, en el zoológico, frente a la jaula de los monos, águila u oso, no lo recuerdo con claridad; Una querida amiga me recordó la historia del elefante, aquella que nos cuenta como un elefante se mantiene aprisionado.
Coelho en “Maktub” nos la cuenta así:
“Un entrenador de circo consigue mantener a un elefante aprisionado porque usa un truco muy simple: Cuando el animal aún es una cría, amarra una de sus patas a un tronco muy gordo.
Por más que lo intente, el pequeño no consigue soltarse. Poco a poco, se va acostumbrando a la idea de que el tronco es más poderoso que él.
Al hacerse adulto, y dueño de una fuerza descomunal, basta con rodear con una cuerda la pata del elefante y amarrarla a una estaca ya que no intentará soltarse, porque recuerda que ya lo intentó muchas veces, y no lo consiguió.
Al igual que los elefante, nuestros pies también están amarrados a algo pequeño; pero, como desde niños, nos acostumbramos al poder de este tronco, no osamos hacer nada.
Sin saber que basta un simple gesto de coraje para descubrir toda nuestra libertad.”
Frente a la jaula del mono, águila u oso, me quede mirando a mi amiga y le dije, así como por inercia: “Al parecer hay que volver a intentarlo”. Refiriéndome a lo general y a la vida.
Supongo que como en toda historia, a esta se le puede interpretar de muchas maneras, concentrándonos en algunos u otros detalles. Pero por ahora, descifro que su mensaje es el de volver a intentarlo, quizás alguna vez no resulto, pero no hay que acostumbrarse a eso, se debe volver a intentar, porque quizá con el tiempo el escenario cambió y ni siquiera lo hemos notado.
Por ahora, de cara a mi propia existencia, me pregunto; Frente a aquellas derrotas, en que mi perseverancia no causo efecto, y las distintas estrategias contrapuestas terminaron en derrota ¿Qué opción vuelvo a intentar?
Siguiendo la línea del libro, la respuesta sería quizá: La más generosa…
Siguiendo la línea de lo práctico, la respuesta sería: La que más frutos creas alcanzar.
Siguiendo la línea del cobarde, la respuesta sería: En la que menos arriesgues.
Siguiendo la línea del sabiondo, la respuesta sería: No lo vuelvas a intentar, un ser inteligente jamás tropieza con la misma piedra.
Siguiendo mi línea: Quizá en la oración las ideas se me aclaren.
PD: Me voy a la playa, pondré una pausa y miraré al cielo desde la arena, para así sentir la inmensidad de la tierra, de la vida, de Dios.