¿Hay clases??

Luego de varias idas a la U a asambleas inexistentes, de tomarme las cosas con clama, de maldecir el sistema y entes sin una identificación bien definida, de masticar la rabia, de úlceras en gestación, de soñar con que matemática se organiza, de detestar el tiempo libre y mi cero voluntad de crear el hacer algo productivo; Al parecer el lunes vuelvo a clases, mañana, y me siento casi como ante el primer día de clases de un nuevo año, con ansiedad y un poco de miedo, con más miedo, los paros tienen el don de echar a perder lo que se llevaba y hay que volver a construirlo, volver a tomar el ritmo de sopetón, luchar contra el tiempo, volver a organizarse y además hay que escuchar las quejas generalizadas contra el paro.

Somos un pueblo dividido y por eso somos vencidos…

¿Qué se consiguió?

Lo estoy averiguando…

El peda continúa en paro.

La situación política del Peda está, por decirlo menos, complicada. Estoy en paro desde el miércoles el miércoles 20 de junio, justo cuando me enfrentaba a la semana más complicada, aquella llena de pruebas y de entrega de trabajos, la de final de semestre. No me alegró la noticia, ni siquiera me alivio, yo quería terminar el semestre pronto y por esos días andaba con la idea de no involucrarme mucho con los “sucesos” de la U, pero al final me la ganó la conciencia y empecé a ir a las asambleas, el acto más involucrado que se puede llevar a cabo en el Depto. de Matemática, gracias a su “maravillosa” organización.

El principio del paro lo usé para hacer un portafolio, que parece eterno y estudiar una que otra materia, luego comencé a ir a las asambleas -las cuales pueden llegar a durar horas- a escuchar gente pelear, desvirtuando los temas a tal punto que discuten por quién hace más ruido (sonoros) en el departamento, el asistir llega a ser un acto de voluntad enorme y se necesita de una mentalización budista para que no salga una ulcera.

Claro, todo esto es conocido, ya he vivido otros paros, pero se ve todo tan en nebulosa que me estoy hartando. Resulta que el martes llegué a una asamblea que supuestamente era a las 11.00hr, y que fue a las 14.00hr, y me dicen que el rector mandó un comunicado diciendo que se mantenía la candelarización inicial y estábamos en vacaciones, mi sorpresa fue grande y el enojo también, claro él hace como si nada y nosotros con cuello, le dediqué uno que otro improperio, luego supuse que yo en su lugar hubiera hecho lo mismo.

Ahora me dicen que no estamos en vacaciones, que el rector negó haber mandado el comunicado, que estamos en paro, que hay asamblea el martes, que no se sabe más. Y mate con la genial organización de siempre (lo último fue irónico).

En síntesis mi año académico se ve nebuloso. Y yo ya me estoy sintiendo vaga, con miedo a la vuelta de clases, con miedo a que esto se extienda demasiado, con miedo a perder el ritmo (creo que ya lo perdí), con miedo a que esto se ponga más feo aún…

Además extraño a mis compañeros, a mis amigos y por raro que suene, el tener clases, es que el descansar y “carretear” no tiene el mismo sabor cuando uno hace algo productivo primero. Y por más nerd que suene a mí me gusta ir a la U, quiero ser “profe” luego…

Pero supongo que en la vida hay que aprender más cosas, además de saber demostrar que raíz de dos es irracional.

¿Por qué quise ser profesora?

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"Dale un pescado a un hombre y comerá un día,

enséñale a pescar y comerá todos los días"



-Proverbio chino.

V. Para leer...

Nosotras

-¿Te has fijado que ellos, los otros, lo están contagiando todo?- Interrogó Ana rompiendo el silencio, miraba por la ventana, con su habitual taza de café en la mano. Estaba en un departamento espacioso, blanco, en el cuarto piso, la vista daba a un hermoso parque - Lo peor – prosiguió - Es que ellas, las otras, los están imitando en todo. Y ya no sé si soy de “las otras” o de las de “nosotras”.

Susana, algo desconcertada, dejó a un lado su periódico. Ella siempre al día, como cada mañana se informaba de las atrocidades del día anterior, leyendo de vez en cuando alguna bella noticia.

-No entendí muy bien- declaró Susana reteniendo su primera impresión: “Suenas como una loca”

-Sí, ellos, los otros, los que gobiernan el mundo ¿Te has fijado que ellas, las otras, en ese intento desmedido de superarlos, los imitan?

-¿Te refieres a los hombres?- Pregunta poniéndose de pie y acercándose a su amiga.

-Sí, a ellos, a los otros, a los prácticos.

Susana dudo, su amiga, quién vivía con ella desde hace un par de meses, desde tiempos inmemorables había sido indescifrable, metafórica, casi abstracta, ilusa.

-De tanta lucha se nos está olvidando la esencia –prosiguió Ana- Ellas, las otras, las que los imitan; estudian, trabajan, pero lo hacen sin esencia, como máquinas, compiten, destruyen; No como nosotras, nosotras somos distintas, somos seres que amamos, adictas al cariño, a los abrazos. Ellas, las otras, lo ven como defecto, debilidad, se están convirtiendo en clones de ellos, de los otros.

…Para ellas, las otras, sentir se volvió delito.

Susana pensó en llamar al psiquiatra; Ana ya había pasado por un episodio similar, donde las palabras se volvieron un torrente de críticos lamentos y la pena la agarró tanto que intento dejar de existir. Quiso preguntarle si había tomado sus píldoras, pero pensó que era similar a declararla loca.

-¿No crees que es muy alto el precio que hay que pagar por un espacio? El pragmatismo lo está dominando todo, nos estamos dejando de ver como personas, para vernos como prácticas y eficaces máquinas, y la raíz de este fenómeno es que las mujeres dejaron de llevar su rol.

-¿Cuál? ¿El de ser nanas en su propia casa?- Interrogó Susana dejando salir a la mujer moderna que era.

-No, el de criar a sus hijos.

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Nosotras, como nos llamaba Ana lo entendíamos…

Viajábamos a los confines de la historia, nuestra historia, cuándo el cariño comenzó a ser sinónimo de dependencia y la dependencia se decretó pecado. Ahí viajamos, cuando de a poco fuimos construyendo armaduras, grandes y fuertes armaduras, impenetrables, para cambiar la historia, para cambiar el mundo, para cambiar la vida.

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-Estamos igual de jodidas que antes, sólo cambiamos el delantal y la cocina por computadores y desamores- Declaró Ana.

-Estas siendo injusta.

-Quizá, pero a ellos, a los otros, también los jodimos, los dejamos sin madres, sin esa primera figura realmente femenina, amorosa, protectora… y sin aquello que ellos buscaban en nosotras, aquello que no poseen en abundancia, los dejamos sin… nuestra esencia…

Nosotras, como nos llamaba Ana lo entendíamos…

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Este cuento lo cree hace tiempo, más de un año, ahora sólo lo transcribí intentando recordar qué tenía metido entre las entrañas en ese instante, qué teoría desequilibra rondaba en mi cabeza. Algo me gusto de este escrito, que no quise que se perdiera entre los papeles, proyectos de cuentos, apilados en mi pieza que de a poco van siendo olvidados.