Valparaíso



Hace algunos años, mientras leía, una certeza se apoderó de mis entrañas, tendría tres hijos; Alejandro, Sofía y Lucas.

Hace algunos días, mientras caminaba por las calles de Valparaíso, entre esas calles agitadas, veredas angostas y laberintos confusos y sosegados; Con esa arquitectura hermosamente caótica y bellamente armoniosa, donde conviven a pasos la elegancia con lo guachaca o la mezcla de ambas, donde el mar se ve desde lejos; Con cerros como decoración del cielo, con casas y edificios que parecen sostenerse por arte de magia… Donde el arte callejero abunda y las almas de los poetas rondan… Me asaltó el mismo tipo de certeza premonitoria: Voy a vivir en Valparaíso.






El hogar

Sara creció en el campo, rodeada de mujeres, de afecto. Emigro a Santiago para estudiar, pero era esa una época de rebeliones, de sueños y luchas, esa época de inicio de los 70’. Se encontró con un sueño, con una lucha y con un amor, un personaje de esos idílico y poético, pero tenía un gran defecto, no le cabía en el cuerpo el concepto de la fidelidad; Se lo advirtió y ella quizá hasta lo acepto.

Pero luego en el país la idea, o mejor dicho el sueño, de que por primera vez los pobres ya no ocuparan ese puesto tan ingrato, se cayó a fuerza de armas. Quienes luchaban por ese sueño debieron esconderse. Ellos, Sara y su novio, también se escondieron, juntos. Pero un día cuando Sara volvía a su casa lo sorprendió con una “amiga” en su cama; Cerró la puerta y se fue, tomo el tren y volvió al campo, a su casa, donde su madre, su abuela y sus tías la rodearon de cariño, confort. Volvió al hogar.

Este es un personaje de “Nosotras que nos queremos tanto”, de Marcela Serrano.

Me hace pensar en que al final, muchos de nosotros lo que conservamos, al menos en la juventud y la vida adulta, es el hogar materno, ese que nos vio crecer, que nos protegió, porque a pesar de cualquier empresa que se emprenda, sea académica, política, laboral, romántica o la que sea, siempre, en muchas vidas, existe la posibilidad de volver al hogar…

Y eso por ahora me hace sentir agradecida.

La casualidad

“Hace 7 años se produjo casualmente, en el hospital de la ciudad de Teresa un complicado caso de enfermedad cerebral, a causa de la cual llamaron a urgencia a consulta al director del hospital de Tomás. Pero el director tenia casualmente una ciática y no podía moverse y en su lugar envío a Tomás a aquel hospital local. En la ciudad había 5 hoteles, pero Tomás fue a parar casualmente justo a aquel en el que trabajaba Teresa. Casualmente le sobró un poco de tiempo para ir al restaurante antes de la salida de su tren. Teresa casualmente estaba de servicio y casualmente atendió la mesa de Tomás. Hizo falta que se produjeran 6 casualidades para empujar a Tomás hacia Teresa, como si el mismo no tuviera ganas. “

“Sólo la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje… sólo la casualidad nos habla.”

“... No es la necesidad sino la casualidad la que está llena de encantos. Si el amor debe ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia él desde el primer momento…”

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Frag. “La insoportable levedad del ser”

-Milan Kundera

...endurecerse


"Hay que endurecerse sin perder jamás la ternura."

-Che Guevara



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¿Y qué cuentas mujer?


No mucho

Que aún no lloro…

¡Pucha! Debería llorar

Pero no me sale…

Y en la búsqueda del llanto

me sale lo racional

y recuerdo las etapas hacia la aceptación,

y pienso que estoy en la negación

y que me quedan cuatro,

y no avanzo,

me paralizo y me da como pena…

pero no me sale el llanto.


Pero no te martirices, debes llorar sí, pero en algún momento saldrá…


Sí, supongo.

Pero me da susto secarme.

Endurecerme, perder la ternura…

…La capacidad de sentir.


Desde un andén a otro:

K: Se te paso el tren (con burla)
C: Es la historia de mi vida galla... (con sobreactuada resignación y algo de picardía)
K: Jajajajaja...

29 de Marzo
Día del joven combatiente.

Run-Run se fue pa´l Norte





"...Run-Run se fue pa´l Norte
qué le vamos a hacer,
así es la vida entonces,
espinas de Israel,
amor crucificado,
corona del desdén,
los clavos del martirio,
el vinagre y la hiel,
ay ay ay de mí."

-Violeta Parra
...
Hay un tractor en mi corazón
y un vacío en mi estómago.

De chica
siempre me gustaron los personajes fuertes,
los esforzados y valientes,
esos seres luchadores
que a pesar de los golpes de la vida
seguían adelante,
seguían,
por pura determinación,
por fidelidad a sus sueños,
por ideología,
por amor
o tozudez,
seguían,
luchaban…
yo los identificaba en las películas,
en los dibujos animados,
en los cuentos o novelas
y los admiraba;
así me imaginaba,
no linda ni rompe corazones,
me imagina fuerte y luchadora,
así quería ser de grande,
así quería ser de niña,
así quería ser,
así quiero ser…