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Paciencia... Alguna vez escuché que es la mayor virtud...
Hace algunos años la ex polola de mi primo se suicidó, quizá fue por amor o porque no le vio salida al descalabro que tenía en la vida.
Mi primo la amaba, quizá aún la ama, han pasado dos o tres años y él no ha vuelto a pololear. Cuando habla de ella, pareciera que intenta sonar normal, siendo que desde lejos se le nota la pena.
Recuerdo que cuando me avisaron del suicidio, yo me tumbe en mi cama y me negué a salir de mi casa, fui cobarde; no fui al funeral ni a ver a mi primo: “Si nunca nos visitamos, porqué tengo que ir ahora...” En realidad me daba miedo, cuánto dolor habrá en su corazón.
En aquellos días pensé en el suicidio... Alguna vez, en un pasado que a veces se me hace lejano y a veces casi presente, en la edad en que la mayoría está preocupada de mirar al chico guapo del otro curso, dibujar corazones y besar a amores pasajeros, yo luchaba por mi vida, era una lucha contra mi misma y mis descabelladas ideas.
Una psicóloga lo diagnosticó como depresión, a los trece años tomaba tres cápsulas al día para contrarrestar aquel mal.
¿Han pensado en el suicidio? La depresión es algo parecido, es querer escapar, dejar de ser triste, no es querer ser feliz o cambiar de paisaje, es simplemente querer dejar de existir, de sentir.
Luché y triunfé, la idea permanente del suicidio dejó de atormentarme, comencé a dormir más de cuatro horas diarias y en cierta forma aprendí a vivir con mi entorno, aprendí a luchar, a tener esperanza. O quizás no, quizá la esperanza siempre estuvo, aún era una niña y los niños siempre tienen fe, la inocencia, es lo que los hace niños, es su arma, su fuerza, la que intento mantener.
Estuve tres años en terapia, uno con medicamentos y los otros dos sólo con visitas al psicólogo.
Recuerdo ese tiempo como tiempos de lucha, y a pesar que a veces siento que perdí mi adolescencia, creo que aprendí algo sumamente importante, que creo me ha ayudado y me ayudará mucho:
La paciencia es la mayor virtud...
A veces nos encontramos en callejones sin salidas, a veces los problemas nos superan, a veces el dolor es demasiado grande... Pero pasará, tal como pasó mi depresión, tal como paso aquel gran dolor.
Hay que tener paciencia, esperar un tantito; ya se abrirá una puerta o una ventana, por donde entre la luz.
La ex de mi primo no esperó ¡Cuánto la entiendo! A veces la vida nos supera... Pero quizá si hubiera esperado un tantito, si se hubiera quedado quieta por un instante... Quizá ahora estaría viva, con mi primo u otro amor... Estaría viviendo y eso ya es harto.