Déjà vu:
Fenómeno psicológico,
que se expresa
en la sensación
de ya haber vivido
exactamente
la misma situación.
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Este déjà vu se ha
presentado ya varias veces; En escenarios distintos, hoy aún más distinto...
Y no sé a que se deba la persistencia, quizá pueda creer que
es una historia de amor, como las de las películas, en donde una adolescente
conoce a otro adolescente, quizá se reconocen, o al menos uno de ellos reconoce al otro; pero
las cosas no funcionan, y aún cuando se dicen adiós, se rencuentran, y se
vuelven a decir adiós, y así en un ciclo que aspira a infinito. Pero un día,
así como cuentan gran parte de las “novelas románticas”, una de las partes
corre a buscar a ese alguien que ha visto crecer, que ya parece otro ser
humano, tan distinto al que conoció cuando eran casi niños, y pues descubre que
lo mejor que puede hacer, porque es inevitable, es decirle que la (o lo) ama y
recibe en respuesta un abrazo y una promesa de un futuro juntos.
Pero prefiero no creerlo, aunque me lo imagine, y es que he
descubierto que la vida no es muy parecida a las películas y suele ser un poco
sin sentido y muy irónica. Así que me limito a "intentar" soltar
(aunque sea solo la idea, porque nada tengo agarrado), y me pongo a pensar cómo
enfrentaría un maestro budista esta situación (lo sé es un poco extraño) y
pienso que recomendaría no desear ningún escenario, que me diría que si está en
mi karma sucederá y que no puedo hacer mucho con eso. Que lo que está en mis
manos es el cómo me tomo esta experiencia, y que llene mi corazón de bondad
(aunque no sé bien cómo hacer eso).
Y me pongo a mirar el techo, intentado no pensar en ese chico
que ha vuelto tantas veces, de esa forma tan sutil y casi insípida, y que no
entiendo cómo vuelve a pasar, cómo es que retrocedo en el tiempo y vuelvo a
tener 14 años o 18... Y lanzo un suspiro, mirando el cielo con algo de
enfado...
Al menos ya no me enojo tanto con migo misma. Y al menos ya
sé que no me quedo retenida en este déjà vu persistente, porque ya he “amado”,
y se me ha roto el corazón, y lo he vuelto a armar... En ese proceso doloroso,
pero casi vital (y mortal) de la vida… Lo cuál de cierta forma me tranquiliza –y
es que me angustiaría estar varada en este escenario perpetuamente, sin dar
espacio a (re) construcciones-.
Pero si soy sincera, y dejo de lado un ratito la filosofía budista
de “no desear”, a ratos me gustaría que me sucediera eso que le paso a la Nea, que
un día, impensado e improbable, le dijeron que volvieran a empezar, y ella
enamorada y valiente dijo que sí.
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(El último párrafo es lo más cursi que he escrito en lo que
llevo de existencia, creo, y bueno pensé en borrarlo, pero mejor no, a ver si
tanto derroche de “sentimentalismo” me ayuda a escribir los mil quinientos
informes, no sentimentales, que debo escribir)