Balance 2008

Recordando los tiempos en que respondía cadenas de test, y me entretenía leyendo las respuestas de otros, tratando de recordar este año que se nos va y hacer algo así como un balance, sin tomármelo muy a pecho claro, respondo.

• La persona más importante a la que conociste este año: La Mary, aunque técnicamente fue a finales del 2007, pero en el verano de este año fue cuando entablamos una linda amistad.
• La persona que te fallo: Quizá hasta yo misma; No lo sé, no suelo exigirle mucho a la gente, o quizá no directamente, así que no hay mucho espacio para que me fallen directamente, aún no lleguo a eso.

• La persona que te acompaño en los momentos duros: Supongo que mi madre.
• La persona que te mando a la mierda: No lo recuerdo. Quizá tampoco doy espacio para que lo hagan… Acabo de recordar (gracias a la pregunta subsiguiente) que mi mamá lo hizo, me dijo algo así como que ella no tenía hijos y esas cosas, yo lo oí no más, sabiendo que no razonó ni midió sus palabras.
• La persona con la que estuviste: Varias, no soy ermitaña, no completamente al menos ¿En el sentido romántico? ¡Chanfles! Con nadie.
• La persona mas incondicional: Supongo que la Esmeralda, mi santa madre, aunque en cualquier momento me manda a la mierda, por un rato al menos.
La persona que te advirtió: Mmmm… rara vez me dan concejos.
• La enfermedad más penca que te paso: Un resfrío, hace poco, tener fiebre en el verano no es muy agradable.

• La persona que lloro contigo: Mmm… La Esmeralda; Aunque debo confesar que rara vez lloro enfrente a alguien, esa vez fue porque me dio un ataque llanto y ella estaba cerca.
• El momento más feliz: Podría decir cuando pase Álgebra o Cálculo y supe que no me echarían de la U, pero por alguna extraña razón esa institución me causa más pena con las derrotas que alegría con los triunfos. Así que no lo tengo muy claro, pero un momento muy feliz fue un día que estaba en Republica, con la Carla, la Liru y el Roberto, estaba lloviendo y por alguna extraña razón alguien decidió que esperaríamos al Cris en la intersección de Sazie con Republica; y en la espera, mientras nos mojábamos, empezamos a jugar a que nos pisábamos, fue como volver a los cinco años, como muchas veces lo hacemos, pero la lluvia y el no estar bajo algún grado de alcohol, lo hizo inmensamente interesante y feliz.

• El momento más triste: Cuando reprobé Cálculo, me fue a “recuperativa” en otros ramos y la posibilidad de ser expulsada de la U se me hizo enorme.
• El momento mas romántico: Chanfles, me faltan de esos…
• El momento mas lunático: Una ves, como en Junio estábamos en un bar por Republica, pasándola bien, creo, o eso creía, el asunto es que todo iba bien, conversación, risas, preguntándole a gente desconocida que hacia con sus vidas, etc. Luego desaparece una amiga, se comienza a armar un broncón, cuando vuelve otros dos salen y algo habrán conversado, porque cuando volvieron quedó la “manzaca”, llanto, recriminaciones, discusiones; Y yo conversando con un amigo de amigo porque éramos los únicos que no estábamos peleando, más llanto y hasta cachetadas, en fin, fue una noche donde amistades se rompieron y yo fui espectadora y a ratos participes, cuando me metía en medio o yo me metía, con el afán de que no sacaran los cueros y yo me pudiera ir luego a mi casa.
• El momento más enojón: Siempre me enojo a ratos.
• El momento del que estás más orgulloso: Mmmm... Creo que cuando en la primera prueba de Cálculo me saque un 44, y por mucho tiempo me supe la nota más alta.

• El momento más estresante: Cuando me enteré de mi última nota, de mi primer intento de pasar Cálculo y supe que tendría que estudiar mucho, muuucho… Y no sirvió de mucho.

• El mejor carrete: Quizá para mi cumple y fuimos a “La Piojera”, por alguna extraña razón ese lugar me encanta.
• El carrete más producido: No tengo carretes producidos, salen no más, o a lo más nos coordinamos; Y eso a veces cuesta harto.
El carrete más mula: El que hizo este test le importan harto los carretes… Quizá yo exijo poco, pero siempre que carreteo lo paso bien, al menos en algún momento.
El carrete más curador: ¡Válgame! Creo que hay un empate entre uno que fue en el verano, el Bella, que todo el mundo recuerda por un tipo de pastelazo mío; Y uno que fue como en Marzo o Abril, donde con la Carla terminamos en una mesa con unos tipos que trabajan en Lan y por obra y gracia de Dios, y que no perdimos el conocimiento, llegamos bien a su casa, al otro día fui a clases con una muuuy gran resaca, la única que creo me ha dado.
El momento más vergonzoso: Sospecho que soy media desvergonzada… Creo que cuando una vez vomite en una bolsa, en el Parque O’higgins, porque estaba participando en un juego de cartas donde el ganador elegía a quien le daba de beber un trago, luego dos, tres y así, y por alguna extraña razón continuadamente me elegían a mí, aunque no fue en ese momento cuando me medio avergoncé, sino después, cuando lo recordé.
Los mejores consejos: ¿Ya dije que rara vez me dan consejos? Al menos no en el sentido que creo me están preguntando, así que perdón por aquellos que me asesoraron técnicamente.

• Los amigos de carrete: Y hasta de vida, la Naty, la Carla, la Mary, y a veces el José y la Ale.

• Los besos mejores dados: Como que me esta haciendo falta vida romántica o tórrida…

• Las mayores desilusiones: Haber reprobado Cálculo II a pesar del esfuerzo.
• Las ilusiones cumplidas: Mantenerme en la U.
• Las cosas soñadas cumplidas: Quizá mis sueños son a largo plazo, al menos los más profundos; y otros también muy profundos no sucedieron. Aunque hubo un tipo de intento cumplimiento de uno, espejismo o alucinación, sepa Dios que fue, pero no pasó.

• La persona de la cual nunca te esperaste eso bueno: Quizá la Kathy, cuando de alguna forma me brindó apoyo.
• La persona de la cual nunca te esperaste eso malo: ¿Eso malo? Creo que la gente que me dañó, no lo hicieron voluntariamente, así que no hay para que recriminarlas.

• Una canción especial: Over the rainbow de Israel Kamakawiwo'ole
• Una canción de carrete: No tengo.
Una canción que te recuerde a aquella persona: ¿Aquella persona?
Una comida especial: Pizza ¿Se refieren a una oportunidad en el año en que nos reunimos a comer y fue especial? Creo que para el cumple del José, fue comida china y las tipas que nos atendieron le cantaron cumpleaños feliz, con baile y todo; me doble riéndome.
Una llamada linda: Cuando estaba en extremo estresada y la Carla me llamó para saber como iba.

• Un regalo especial: Mujeres de ojos grandes de Ángeles Mastretta.
• Un día de lujo: El día del cine, no ese no, tuve prueba de geometría; Fueron varios… el paseo a cerro 15, sano, comilón, jugado, entretenido.
• Frase del año: ¿Ser o no ser?
Promedio del año: 47
Estado civil actual: Soltera.

Deseo para el próximo año: ¿Se refieren en los que puedo interceder, luchar y pretendo hacer algo para hacerlos realidad? O ¿Aquellos en que no pretendo, realmente, hacer algo o simplemente en los que no puedo hacer mucho?

Pasar los ramos, toditos y a la primera, hacer algún taller entretenido, conseguir trabajo, uno en que tenga un horario prudente y me guste; Estar junto a mi familia y amigos, conocer a más gente, tener alguna aventurilla o hasta conocer el amor y ojalá bajar de peso; También asistir a muchos eventos culturales, conciertos, ir harto al cine, a bares con charlas y explorar más los parques.

Mujeres de ojos grandes

No era bonita la tía Cristina Martínez, pero algo tenía en sus piernas flacas y su voz atropellada que la hacía interesante. Por desgracia, los hombres de Puebla no andaban buscando mujeres interesantes para casarse con ellas y la tía Cristina cumplió veinte años sin que nadie le hubiera propuesto ni siquiera un noviazgo de buen nivel. Cuando cumplió veintiuno, sus cuatro hermanas estaban casadas para bien o para mal y ella pasaba el día entero con la humillación de estarse quedando para vestir santos. En poco tiempo, sus sobrinos la llamarían quedada y ella no estaba segura de poder soportar ese golpe. Fue después de aquel cumpleaños, que terminó con las lágrimas de su madre a la hora en que ella sopló las velas del pastel, cuando apareció en el horizonte el señor Arqueros.

Cristina volvió una mañana del centro, a donde fue para comprar unos botones de concha y un metro de encaje, contando que había conocido a un español de buena clase en la joyería La Princesa. Los brillantes del aparador la habían hecho entrar para saber cuánto costaba un anillo de compromiso que era la ilusión de su vida. Cuando le dijeron el precio le pareció correcto y lamentó no ser un hombre para comprarlo en ese instante con el propósito de ponérselo algún día.

-Ellos pueden tener el anillo antes que la novia, hasta pueden elegir una novia que le haga juego al anillo. En cambio, nosotras sólo tenemos que esperar. Hay quienes esperan durante toda su vida, y quienes cargan para siempre con un anillo que les disgusta, ¿no crees?- le preguntó a su madre durante la comida.

-Ya no te pelees con los hombres, Cristina- dijo su madre-. ¿Quién va a ver por ti cuando me muera?

-Yo, mamá, no te preocupes. Yo voy a ver por mí.

En la tarde, un mensajero de la joyería se presentó en la casa con el anillo que la tía Cristina se había probado extendiendo la mano para mirarlo por todos lados mientras decía un montón de cosas parecidas a las que le repitió a su madre en el comedor. Llevaba también un sobre lacrado con el nombre y los apellidos de

Cristina.

Ambas cosas las enviaba el señor Arqueros, con su devoción, sus respetos y la pena de no llevarlos él mismo porque su barco salía a Veracruz al día siguiente y él viajó parte de ese día y toda la noche para llegar a tiempo. El mensaje le proponía matrimonio: "Sus conceptos sobre la vida, las mujeres y los hombres, su deliciosa voz y la libertad con que camina me deslumbraron. No volveré a México en varios años, pero le propongo que me alcance en España. Mi amigo Emilio Suárez se presentará ante sus padres dentro de poco. Dejo en él mi confianza y en usted mi esperanza".

Emilio Suárez era el hombre de los sueños adolescentes de Cristina. Le llevaba doce años y seguía soltero cuando ella tenía veintiuno. Era rico como la selva en las lluvias y arisco como los montes en enero. Le habían hecho la búsqueda todas las mujeres de la ciudad y las más afortunadas tuvieron el trofeo de una nieve en los portales. Sin embargo, se presentó en casa de Cristina para pedir, en nombre de su amigo, un matrimonio por poder en el que con mucho gusto sería su representante.

La mamá de la tía Cristina se negaba a creerle que sólo una vez hubiera visto al español, y en cuanto Suárez desapareció con la respuesta de que iban a pensarlo, la acusó de mil pirujerías. Pero era tal el gesto de asombro de su hija, que terminó pidiéndole perdón a ella y permiso al cielo en que estaba su marido para cometer la barbaridad de casarla con un extraño.

Cuando salió de la angustia propia de las sorpresas, la tía Cristina miró su anillo y empezó a llorar por sus hermanas, por su madre, por sus amigas, por su barrio, por la catedral, por el zócalo, por los volcanes, por el cielo, por el mole, por las chalupas, por el himno nacional, por la carretera a México, por Cholula, por Coetzálan, por los aromados huesos de su papá, por las cazuelas, por los chocolates rasposos, por la música, por el olor de las tortillas, por el río San Francisco, por el rancho de su amiga Elena y los potreros de su tío Abelardo, por la luna de octubre y la de marzo, por el sol de febrero, por su arrogante soltería, por Emilio Suárez que en toda la vida de mirarla nunca oyó su voz ni se fijó en cómo carambas caminaba.

Al día siguiente salió a la calle con la noticia y su anillo brillándole. Seis meses después se casó con el señor Arqueros frente a un cura, un notario y los ojos de Suárez. Hubo misa, banquete, baile y despedidas. Todo con el mismo entusiasmo que si el novio estuviera de este lado del mar. Dicen que no se vio novia más radiante en mucho tiempo.

Dos días después Cristina salió de Veracruz hacia el puerto donde el señor

Arqueros con toda su caballerosidad la recogería para llevarla a vivir entre sus tías de Valladolid. De ahí mandó su primera carta diciendo cuánto extrañaba y cuán feliz era.

Dedicaba poco espacio a describir el paisaje apretujado de casitas y sembradíos, pero le mandaba a su mamá la receta de una carne con vino tinto que era el platillo de la región, y a sus hermanas dos poemas de un señor García Lorca que la habían vuelto al revés. Su marido resultó un hombre cuidadoso y trabajador, que vivía riéndose con el modo d hablar español y las historias de aparecidos de su mujer, con su ruborizarse cada vez que oía un "coño" y su terror porque ahí todo el mundo se cagaba en Dios por cualquier motivo y juraba por la hostia sin ningún miramiento.

Un año de cartas fue y vino antes de aquella en que la tía Cristina refirió a sus papás la muerte inesperada del señor Arqueros. Era una carta breve que parecía no tener sentimientos. "Así de mal estará la pobre", dijo su hermana, la segunda, que sabía de sus veleidades sentimentales y sus desaforadas pasiones. Todas quedaron con la pena de su pena y esperando que en cuanto se recuperara de la conmoción les escribiera con un poco más de claridad sobre su futuro. De eso hablaban un domingo después de la comida cuando la vieron aparecer en la sala.

Llevaba regalos para todos y los sobrinos no la soltaron hasta que terminó de repartirlos. Las piernas le habían engordado y las tenía subidas en unos tacones altísimos, negros como las medias, la falda, la blusa, el saco, el sombrero y el velo que no tuvo tiempo de quitarse de la cara. Cuando acabó la repartición se lo arrancó junto con el sombrero y sonrió.

-Pues ya regresé -dijo.

Desde entonces fue la viuda de Arqueros. No cayeron sobre ella las penas de ser una solterona y espantó las otras con su piano desafinado y su voz ardiente. No había que rogarle para que fuera hasta el piano y se acompañara cualquier canción.

Tenía en su repertorio toda clase de valses, polkas, corridos, arias y pasos dobles.

Les puso letra a unos preludios de Chopin y los cantaba evocando romances que nunca se le conocieron. Al terminar su concierto dejaba que todos le aplaudieran y tras levantarse del banquito para hacer una profunda caravana, extendía los brazos, mostraba su anillo y luego, señalándose a sí misma con sus manos envejecidas y hermosas, decía contundente: "Y enterrada en Puebla".

Cuentan las malas lenguas que el señor Arqueros no existió nunca. Que

Emilio Suárez dijo la única mentira de su vida, convencido por quién sabe cuál arte de la tía Cristina. Y que el dinero que llamaba su herencia, lo había sacado de un contrabando cargado en las maletas del ajuar nupcial.

Quién sabe. Lo cierto es que Emilio Suárez y Cristina Martínez fueron amigos hasta el último de sus días. Cosa que nadie les perdonó jamás, porque la amistad entre hombres y mujeres es un bien imperdonable.



-Angeles Mastretta

Elizabeth

En realidad no estoy segura que esto sea legal o ético, pero tengo en mente hablar de mis amigos, conocidos queridos o familiares; Y hasta quizá de algún conocido con el que poco me he topado, pero que soy capaz de describir; esto será bajo algún tipo de seudónimo, para que así guarde algún tipo de... “irrealidad”.

Comenzaré por Elizabeth, mi compañera de cine; Delgada, con atributos físicos que envidio, un poco descuidada, quizá con un autoestima no muy desarrollada, cinéfila, con una amplia cultura musical y un no despreciable conocimiento literario; Un poco irónica y sarcástica. Con inteligencia, paciencia y disposición para oír y responder algunas de mis interrogantes filosóficas y hasta metafísicas; Compañera de charlas ideológicas, a la que de ves en cuando entrevisto sobre su “dogma”, la de no creer en el Ente Superior, ya que me parece sorpréndete que alguien no crea en Dios y no pierdo la oportunidad para interrogarla e intentar “comprender” su ateísmo.

Proyecto de profesora de educación básica; sospecho que esa decisión fue tomada en gran parte por la tendencia política izquierdista y en parte, como lo ha reconocido y declarado, porque no sabía muy bien qué ser.

Trabajadora, con algún instinto tacaño, pero que intenta manejar para dejar más tiempo y recursos al disfrute. Inteligente y ratos impulsiva; Un tanto esquiva con las demostraciones de cariño.

Gustosa de los eventos culturales, artísticos, masivos o con poca gente; Acompañante de caminatas, conciertos y tardes en bares.

La conocí en la escuela, a los 14 o 15 años, cuando tuve la maravillosa idea de cambiarme de institución a mitad de año. No fuimos amigas de inmediato; En realidad durante los primeros años no hubo mucha interacción; hasta que tuvimos una amiga en común, Karim, y nos hicimos, o nos hicieron integrantes de “La comunidad” -extrañas organizaciones que se forman en el colegio-. Pero aún a pesar de ser integrantes de aquel grupo, creo que nuestra amistad no se hizo “real” hasta después de terminada la enseñanza media, y “disuelta La comunidad”, cuando comenzamos a ir al cine y charlar más…

Una querida amiga.

Balada de un hombre invisible.

Esta es la historia de un hombre que
tras treinta años de soledad
su esperma intacta se seco
el polen nunca apareció...

Camina solo entre la multitud
espalda curva, mirada sin luz
tan descuidado como suele ocurrir
un calcetín a rayas y otro entero gris
entra en el bar y observa al rededor
entre las mesas, nadie lo advirtió
cogió su gorra, dobla su bestón
y el aire se perfuma con el triste canto de Aznavour...

Laralalala lalala...


Muy buenas noches, otra vez usted
que le sucede hombre, no lo veo bien
un cenicero, lo mismo de ayer
y antes de ayer, y antes y antes de ayer
y así comienza una noche mas...
no hay recuerdos, nada de que hablar
no tubo hijos, mujeres que extrañar...
solo el vacío abismante de una vida que se va...

A eso de las dos, el milagro ocurrió
un alma en pena, llega hasta el mesón...
- "Señor, disculpe ¿Desea una flor...?"
- "¿Me hablas a mi? ¿Acaso me ves?"
- "Entre invisibles nos podemos ver..."

Laralalala lalala...

-La mano ajena



http://www.youtube.com/watch?v=p5aX1v13LSU


Campo de sueños

“Si lo construyes vendrá…”

Le dice una voz a un más joven Kevin Costner, y él, como el más grande de los corajudos y desquiciados, construye un campo de béisbol; Y hasta sale en busca de los personajes faltantes en ese paradisíaco campo.

Esta es una historia suave y hasta intensa; Dulce, semejante a un flan de vainilla o una tarde de campo tenuemente asoleada.

Digamos que habla de fe, de actuar por fe, de arriesgarse por fe, de parecer loco por fe. Y uno se queda meditando hasta que punto uno actuaría por aquel monosílabo que tanta revuelta ha ocasionado a través de la historia y que tan poco a estado presente en la vida de algunos humanos…

Me quedo pensando…

En un momento en que la fe me está pareciendo irreal, fantasiosa, como el hada de la cenicienta, y hasta sospecho que es de ilusos poseerla; Me entran unas ganas enormes de vivir algo similar, tener fe, actuar por fe y que al final todo salga bien.

Lo triste es que la vida no es como las películas y a veces no todo termina tan bien…

… Aunque puede que simplemente aún no termine.

Descargo


Resulta que tengo 22 años y no tengo pareja, novio, pololo o como se diga en las distintas partes del mundo. El echo es que mis primas, que fueron en su mayoría mamás a los quince años y la convivencia con los machos se les hizo común, ya me tildan de solterona, o que para allá voy; Y claro, cuando me dicen “…y Claudia ¿Cuándo nos traes un pololo? Y yo las miro y les digo que no se, he insisten y me advierten que ya estoy grande, como si yo no lo notará, que me apure porque quizá me quede solterona…”, no me siento muy mal, ni me enojo, quizá me incomodo, y hasta me convenzo a ratos a mi misma que prefiero ser solterona, que andar arrastrando dos separaciones, cinco niños mal enseñados que la primera palabra que aprendieron a decir es “chetumade”, y que se aprenden un reggaeton antes que la “cuncuna amarilla”…


Pero en realidad igual es un poco triste esta posición, porque ya uno se aburre los domingo en la tarde, porque no tienen que hacer, y siente que no está aprovechando la juventud, y tus amigas te empiezan a contar que Juanito le dijo esto, que otra ves peleo con el novio; Y pasas a ser el confesor en ves de la compañera de aventuras, y no sabes si envidiarlas por la vida vertiginosa o sentirte con suerte por poseer paz, o aburrimiento, en la ya mencionada tarde.


Además los mencionados amigos, te empiezan a excluir, quizá es inconsciente, pero lo hacen, porque solo salen emparejados y ya no te invitan o te condenan a tocar el violín, y tienes que oír cuando se están jurando amor eterno, o cuando se ponen a pelear a muerte por detalles raro; y ambas situaciones son igualmente incomodas y tristes.


Aparte de estas molestias, y de no poder ir a ciertos lugares, como conciertos u otros, por que tu amiga Juanita va a ir con Pablito, y Maria con Nelsiton, y los amigos que te quedan solteros tienen que trabajar o estudiar y tu vida social esta reducida, ya que los eventos sociales a los que puedes asistir disminuyen a medida que tus amigo se emparejan; La sociedad te presiona, y el reloj del tiempo te va como aplastando, porque a pesar que uno tenga un discurso todo feminista, de que no tengo porque ser feliz sólo con un hombre, o que la paciencia es la mayor virtud, que las cosas hay que tomárselas con calma, y uno este medianamente tranquila con el tema; Tus amigos, primos, tíos y demás, por suerte a mí mis padres aún no me atacan por esa trinchera; Todos ellos, se encargan de contradecirte y medio te convencen y te hacen creer que es obligación tener pareja, que si no es así algo anda mal contigo; Y para colmo te discriminan, te tildan de solterona y hasta te culpan por ello, como si uno quisiera pasar por todos estos inconvenientes.


… Lo encuentro descabellado.




El principito y el zorro


XXI


Fue entonces cuando apareció el zorro:

-¡Buenos días! -dijo el zorro.

-¡Buenos días! -respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vio nada.

-Estoy aquí, bajo el manzano -dijo la voz.

-¿Quién eres tú? -preguntó el principito-. ¡Qué bonito eres!

-Soy un zorro -dijo el zorro.

-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-, ¡estoy tan triste!

-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy domesticado.

-¡Ah, perdón! -dijo el principito.

Pero después de una breve reflexión, añadió:

-¿Qué significa "domesticar"?

-Tú no eres de aquí -dijo el zorro- ¿qué buscas?

-Busco a los hombres -le respondió el principito-. ¿Qué significa "domesticar"?

-Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?

-No -dijo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a preguntar el principito.

-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear lazos... "

-¿Crear lazos?

-Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...

-Comienzo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... creo que ella me ha domesticado...

-Es posible -concedió el zorro-, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.

-¡Oh, no es en la Tierra! -exclamó el principito.

El zorro pareció intrigado:

-¿En otro planeta?

-Sí.

-¿Hay cazadores en ese planeta?

-No.

-¡Qué interesante! ¿Y gallinas?

-No.

-Nada es perfecto -suspiró el zorro.

Y después volviendo a su idea:

-Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de Sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.

El zorro se calló y miró un buen rato al principito:

-Por favor... domestícame -le dijo.

-Bien quisiera -le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.

-Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, Los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!

-¿Qué debo hacer? -preguntó el principito.

-Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...

El principito volvió al día siguiente.

-Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.

-¿Qué es un rito? -inquirió el principito.

-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida:

-¡Ah! -dijo el zorro-, lloraré.

-Tuya es la culpa -le dijo el principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...

-Ciertamente -dijo el zorro.

- ¡Y vas a llorar!, -dijo él principito.

-¡Seguro!

-No ganas nada.

-Gano -dijo el zorro- he ganado a causa del color del trigo.

Y luego añadió:

-Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.

El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:

-No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:

-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.

Y volvió con el zorro.

-Adiós -le dijo.

-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos.

-Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el principito para acordarse.

-Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.

-Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el principito para recordarlo.

-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...

-Yo soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo.



Frag."El principito"
por Antoine de Saint-Exupery.

...yo sería un pez y nadaría por ti

Para una joven amiga
que intentó quitarse la vida.

Me gustaría ser un nido si fueras un pajarito
me gustaría ser una bufanda si fueras un cuello y tuvieras frío
si fueras música yo sería un oído
si fueras agua yo sería un vaso
si fueras luz yo sería un ojo
si fueras pie yo sería un calcetín
si fueras el mar yo sería una playa
y si fueras todavía el mar yo sería un pez y nadaría por ti
y si fueras el mar yo sería sal
y si yo fuera sal tú serías una lechuga
una palta o al menos un huevo frito
y si tú fueras un huevo frito yo sería un pedazo de pan
y si yo fuera un pedazo de pan tú serías mantequilla o mermelada
y si tú fueras mermelada yo sería el durazno de la mermelada
y si yo fuera un durazno tú serías un árbol
y si tú fueras un árbol yo sería tu savia y correría por tus brazos como sangre
y si yo fuera sangre viviría en tu corazón.



-Claudio Bertoni


Atrayendo...

Soñar no cuesta nada


Siempre miraba en la puerta
en el suelo a la entrada
por si había algún papelito
por si se te había ocurrido pasar
por si habías sentido la necesidad de pasar
y siempre que volvía de Viña
tenía el sueño de encontrarte ahí
sentada en la puerta
sentada en la escalera
y siempre te saludaba
y así me aliviaba,
en una ínfima medida me aliviaba.
también cuando los perros ladraban mucho
pensaba que eras tú
que podías ser tú
porque así le ladran los perros a las personas
que no conocen
y el viento en las ramas del damasco
y en las hojas
y el viento en las plantas
también eras tú
también podías ser tú
y los perritos que vienen a pedir cáscaras de queso
también podías ser tú
pero nunca fuiste tú
nunca en ninguno de estos casos fuiste tú
siempre fue el viento
y los perritos
y los pasos de otras personas
y los ladridos para otras personas
y ya no te confundo con los pies de los perritos
y ya no te confundo con el viento entre las ramas
y ya no te confundo con el viento entre las hojas
y ya no te confundo con el viento entre las plantas
y ya no te confundo conmigo
y ya no me confundo contigo
y ya no nos confundo a los dos.

-Claudio Bertoni