Creo que lo más difícil en el mundo es saber qué hacer; saber que es lo correcto, porque cuando se sabe que se debe hacer uno se arma de fuerzas, de estrategias, de coraje, planifica, analiza y lo hace, y puede que resulte o que no, pero lo hace, quizá falló la estrategia, o las ideas, pero lo intentó y lo vivió. En cambió cuando no se sabe que es lo correcto, cuando las opciones son confusas o todas parecen tan malas como las otras, o tan buenas, uno se queda quieto, porque uno no se arma de coraje, fuerzas o estrategias por algo que no sabe si es correcto o no cree. Y se queda quieto, la vida se estanca y llega la angustia, y pareciera que mientras más tiempo pasa más confuso se torna todo. Y no me refiero a si se tiene la confianza de que tal o cual acción saldrá bien o no, me refiero a que se sabe cuál es la opción por la que se debe luchar, por principio, ética, conveniencia, moral o inclinación, uno sabe que es lo correcto.
Lo malo es que no siempre esos valores, que especifican lo correcto, están bien definidos o no se saben extrapolar a la decisión del caso, y sigue el caos, el estancamiento, las jaquecas, los dilemas, la incertidumbre, la confusión, la frustración, la agonía, la incógnita…
Creo que lo más difícil es saber que es lo correcto…