Cuando era chica pensaba que las heridas del alma eran
similares a las físicas, que habían rasguños que se curaban ´solos y otras
heridas más serias a las cuales había que “curarlas”, “desinfectarlas” para que
cicatrizaran y cuidarlas luego, hasta que la piel volviera a ser la de antes (o
con una cicatriz); pensaba que la forma de “desinfectar” las heridas del alma
era hablar, escribir, analizar, verbalizar y verbalizar… Y luego cuidarse, “regalonear”
el alma.
Parece simple ¿No?
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