Tengo ganas de emigrar...
así cómo los pájaros...


El club de los suicidas (o cómo creí que el espíritu de Stevensos jugaba con migo)


“El Acto más importante que realizamos cada día es tomar la decisión de no suicidarnos."

"No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio"

-Albert Camus

No sé en que contexto Camus escribió estas frases, investigué sobre él porque en un libro de Marcela Serrado decía que un personaje de él había asesinado a un hombre porque sentía calor; Lo que me llamó la atención; aunque creo que ya antes me habían hablado de él, hace tiempo alguien me dijo que él había dicho: "Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, al fútbol se lo debo." A mi no me gusta el fútbol y a ratos la palabra moral me sabe a un conjunto de reglas que nadie tiene bien en claro porque sigue…

Volviendo al suicidio; Hace un tiempo vi la película “El club de los suicidas”, es española y cuenta la historia de un grupo que va a terapia para no suicidarse, pero como que la terapia no les hace mucho efecto y para ahorrarse todo el trabajo engorroso que conlleva suicidarse; como tener que atentar contra uno mismo, calcular no quedar vivo en el intento, el peso de dejar la estela en la familia y amigos que un familiar o amigo se suicidó, etc. Forman este club copiándole la idea a un cuento de Stevenson; el asunto es que juegan a la cartas, con un mazo español, al que le toca el as de espada gana y al que le toca el as de bastos pierde, entonces el perdedor debe “asesinar” al ganador…

Dado que la película me gusto y con las ganas de leer sobre lo que escribía Stevenson sobre el suicidio, saque el libro en mi U, leí el cuento de vuelta a mi casa y me desilusionó; Lo encontré moralista, poco reflexivo, como leer los libros religiosos de mi mamá, que cuestionan poco y te dicen lo que está bien y lo que está mal… Así que no leí los otros cuentos de Stevenson y me puse a leer a Collyer… Y le dije al que quiso escucharme que me había cargado el cuentito; Y que el negocio de instaurar un club de los suicidas parecía rentable…

Lo curioso es que un día de esos en que despierto simplemente melancólica, cansada; cuando el absurdo me golpea, cuando salía atrasada y desganada hacía la universidad, afuera de mi puerta había un as de espada, recogí la carta y la guardé en mi billetera. Quizá alguien me asesine, me dije; Quizá es una señal que deba suicidarme… quizá… es una jugarreta de Stevenson que no le agrada que hable mal de su cuento y que haya dado vuelta la “moraleja”.

Mientras iba en el metro, con algún libro en la mano, incapaz de concentrarme; Me pregunté como muchas otras veces sobre la posibilidad del suicidio; Pensé el la colorida y esa frase que siempre me da vueltas: “Si yo volviera a nacer sería un despropósito”, pensé en que quiero leer a Bolaño, los “Detectives salvajes” y “2666”, pensé en que me gusta hacer clases, pasearme por la sala respondiendo a consultas; Que cada vez que hago alguna clase salgo satisfecha, pensé en el alma… en que aún no sé bien cómo definirla; pensé en la resistencia, en las fuerzas de las hembras, pensé en que quería saber el final del libro de turno… Pensé en la música y en cómo hace que sienta tanto, como el teatro o la danza. Pensé en las conversaciones de bares y que adoro los momentos en que hablo sin mucho sentido…

Pensé que la vida es un despropósito, pero que mi apuesta y experimento está en vivirla.

(-Quiero leer a Camus.

-Léelo

-Sí, después de Benedetti.

-Pensé que ya habías terminado.

- No, he andado ocupada con la vida académica. Tengo hambre.

-Pues come

-Sí, veré que hay en el refri

-Pides poco Clo.

-Sí)

Los "combos del Mineduc" y los "semáforos de Lavín" (o la "pelolais" representante)

Hoy me dijeron que las becas de los Postgrados y Magíster en mi U se habían postergado, Pregunté porqué y alguien me dijo que la representante del ministerio de educación se había “picado”…

Lo que sucede es que hace algunas semana hubo un congreso en mi universidad, obviamente hablaba de educación; de las pruebas estandarizadas, las reformas que se pensaban hacer, los estudios sobre sectores “vulnerables”, etc. El asunto es que se apareció una representante del ministerio de educación, toda linda ella; y presentó a su público las distintas opciones que se pensaban implementar para acceder a becas y beneficios; Los presentó como “combos”, parecía una promotora de esas flacuchentas y “pelolais” que venden autos… Así que el público, con orígenes seguramente más humildes que el de ella y que sueña con que la educación sea un derecho y no un servicio mercantil, comenzó a pifiar de vez en cuando, manifestación al que ella hizo caso omiso o bien tomo como piropo, no sé, pero siguió con sus combos. Luego habló de las becas completas para los que sacaran más de 600 puntos, que ahora si entraría buenos estudiantes a la carrera de pedagogía, como si los que estuvieran ahí fueran malos (ya tenían ganas de lincharla). Luego habló del famosos semáforo de Lavín y que las escuelas que “sacaran” rojo tres veces serían cerradas; Más política de mercado, más molestia del público.

Cuándo la representante terminó de exponer sus “maravillosos combos” y la magnifica idea de cerrar colegios, se iba diciendo que no había preguntas. Pero antes que desapareciera dejando a varios con algún tipo de úlcera, un profesor le hizo una pregunta, no la recuerdo bien, algo así como si consideraba apropiado referirse a las opciones de “beneficios” como “combos” y si no creía que la educación era un derecho. Ella “pinturita” que se había aprendido la presentación en la mañana, miró algo desconcertada, caballero le dijo, no me diga caballero, yo soy profesor… Y con esas palabras el “profe” se ganó aplausos… Ella respondió que sí era un derecho, que por lo mismo se otorgaban beneficios y quiso escapar, diciendo que no estaba acostumbrada a esto, que en “la Chile” y en la “Católica” ella exponía y el público escuchaba, siguiendo las normas del buen comportamiento…

En fin, cuándo la discusión entre estudiantes, profesores, coordinadores, etc, y ella la pinturita mirando con horror, y el caos reinaba… una amiga empezó a demandar atención y antes que la “pelolais” despareciera le preguntó: Sobre el asunto de los semáforos ¿Cómo se pretende medir con la misma vara a los sectores pobres, donde el 90% del patrimonio cultural se lo entrega la escuela, frente a los sectores adinerados, donde el 90% del patrimonio cultural se lo otorga la “la casa”? ¿Y además cerrar a los colegios pobres que el mismo gobierno no apoya lo suficiente porque no rinden igual que el de los ricos? Mi amiga sacó aplausos… La representante respondió que tenían que esforzarse… Y frente a un montón de contra argumentos, gritados y desordenados salió huyendo. Casi hubo que sacarla con carabineros para que no la “apiedraran”…

“Vieja culiá” fue mi primer comentario, como de seguro ella creció pal’ otro lao de la plaza italia, y pagaba en colegiatura lo que mis papas reunían en dos sueldos, jura que los pobres se quejan de llenos, que son flojos, que andan cochinos y que deben ser medios tontitos… Me salió lo resentida social que tengo y deteste a la pinturita, deteste a Piñera, y a todos los rubios que tienen como mayor dilema que zapatos ponerse hoy… y me dio más rabia, porque si mandan a una representante así del MINEDUC, quiere decir que ni vislumbran hacer planes diferenciados para las escuelas pobres, con estudiantes pobres, que viven en sectores donde la delincuencia salta a la vista, donde muchas de las familias están mal constituidas y tienen que crecer en un ambiente inseguro, conflictivo y violento; Y a esos niños se les mide con la misma herramienta, que a los niños que llegan a su casa y las nana les sirve la comida; donde la mamá o el papá si sabe quién es Mario Benedetti; donde si hay libros y recursos, y la seguridad la compran, la educación la compran… el pan lo compran...

Y por todas esas “injusticias”, ahora además les cerraran los colegios, porque son “malos” estudiantes, porqué no se esforzaron lo suficiente…

“Vieja culiá”

La misma que al parecer, dicen los rumores de pasillos, congeló las becas de Postgrados y Magíster en mi U; lo cuál me suena inaudito…


Robar una vida...


"El mundo no te regalará nada, créeme.
Si quieres tener una vida, róbala."

-Lou Andrea Salome

Así empieza "Nuestra señora de la soledad", de Marcela Serrano, cambié a Cortazar, por mera cómodidad, porque es fin de semestre y el tiempo no me alcanza para seguir su ego (en realidad no me conviene)

Era el único libro que tengo en que la autora me agrada, no lo había leído antes porque me tinco que era una mera novela policial y no me llamó la atención... Olvidé su existencia...

Así que empece el libro cuando iba en el viaje a hacer clases (un día domingo en la mañana, así es la vida de los pobres diría mi hermana); desayunando un yogurt, mientras pensaba que era medio aburrido el libro a ratos, muy de "mina"; Hasta que la cita me hizo algo de sentido...

¿Cómo será robar una vida? En sentido estricto, no metafórico...

Collyer escribió un cuento parecido, de un veterinario que pasó a ser dentista, con otro nombre, en otro país... y con ocho años más... Como en los cuentos de Collyer tiene un extraño final.

Si he de robarme una vida... ¿Cuál me robaría?

Me hace gracia la idea...



"Rayuela"


Leyendo "Rayuela" me siento como la Maga, ignorante...
Y que hay muchos libros por leer... mucho por aprender...



(Aunque nunca me he sentido intelectual tampoco; Pero siento que pierdo de entender mucho cuando Cortazar escribe en francés, nombra a autores, artistas, tendencias, etc)



Me quiero ir en metro a Cuba...

...es en esa lucha que uno vence (carta a un amor añejo)

No sé si te amé; a lo mejor soy como el chico de “La fuerza de Scheccid”, ese libro que me contaron, donde él se enamora de una chica, pero nota que en realidad se enamoró de cómo la imaginaba, típico libro para adolescentes…

Descubro que hay un vacío en mi alma; ese que pretendo llenar leyendo, estudiando, haciendo clases, soñando, orándole al Dios sin religión, en el que creo, pero que hace tiempo no siento…

Y es que no creo que seas mi salvación, en términos razonables no te parecías a eso; ni te creía mi salvación; Te creía mi amante, acompañante, mi proyecto de amor… En realidad no creía mucho, no reflexionaba mucho; Pero a veces me echaba de menos, extrañaba a la mujer que buscaba ser autónoma, que no le creía a las películas románticas, a la que se sentía cómoda siendo soltera; Extrañaba esa comodidad de estar triste, porqué sí, y no tener que darte explicaciones de mi melancolía, de esa que aparece de repente; Por la vida, por dónde vivo, por quién soy, por lo injusto que parece ser el mundo; Y no sólo conmigo, sino con todos…

Me extrañaba… Era curioso cómo adelante tuyo no filosofaba, sobre la vida; Extrañaba ese reflexionar constante que me lleva al borde de la locura; Pero que es parte de mí.

Me extrañaba…

Y cuando te fuiste, pasaron tantas cosas entre medio, la vida me golpeó, perdí tanto en una semana; que mi visión sobre la vida, sobre el amor entró en colapso, porque eran los cimientos de mi existencia los que se remecían, y no era por ti, era por todo… Y extrañaba tu voz, el humor negro, que me hablaras de libros leídos, del arte, de la política. Extrañaba que me fueras a buscar a la universidad y paseáramos, nos emborracháramos o comiéramos; Extrañaba ir a eventos culturales contigo, que me tomaras de la mano, que hicieras cómo que me querías. Extrañaba ir a tu casa por las mañanas y jugar a pertenecer a algún lugar, a tu cama, en esos abrazos tórridos que tanto me gustaban.

Y no es que haya sido una relación de esas que muchos catalogarían de “buena”, duro poco, no te alcancé a conocer bien, y supongo que tu tampoco a mí; No alcanzamos a hacer mucho…

Y desapareciste de mi vida, supongo que yo te expulsé, en ese afán de ser radical… Y no es que quiera que vuelvas, en realidad hace tiempo deje de esperarlo y hasta de quererlo; Es sólo que a ratos la vida me pone tu recuerdo en frente, y Cortazar me deja de parecer interesante y dejo de leer, miro el techo, esas paredes que no me agradan; Te recuerdo cuando hacías cómo que me querías, y cocinabas y te ponías el paño de cocina en el hombro, mientras yo te miraba con ternura…

Y pienso en el vacío, que en realidad no es que lo hayas dejado tú, es que siempre está, a veces crece o disminuye… Y en los instantes que estaba contigo disminuía bastante; aunque supongo que era un tipo de alucinación…

Y es que una relación no es la “salvación”, ya no creo que un gato salve a otro gato rascándolo, cómo dijiste alguna vez; Y en realidad creo que nunca lo creí; Esa es una idea romántica que nos meten en la mente, desde “La cenicienta”, pasando por las teleseries que miraba la mamá hasta algunos libros que se catalogarían de buenos; Cómo una imposición cultural que nos cala hasta el inconsciente y nos hace desear una “relación” para ser feliz… Cómo si el fin último de la vida fuera “encontrar” el amor, o los amores para algunos…

Y yo sé que seguiste en tu búsqueda, que hasta altura quizá ya hayas tenido “intentos fallidos” así como lo fui yo, un amor pasajero, una pasión pasajera. O quizá andas en esas etapas en que le copias un poco a Panero, un poco a Bukowski y andas visitando camas y emborrachándote, viendo si en la autodestrucción, en los orgasmos encuentras poesía…

Ha pasado el tiempo desde lo nuestro, y hasta a veces lo recuerdo cómo si hubiera sucedido hace años…

Pero en noches como esta, en días como este, cuando parece que las estrellas se confabularan para ser mordaces con mi existencia y tu recuerdo me golpea con estímulos casuales, y llego a mi casa extrañando cuando me sentaba a hablar contigo y leer esos mensajes incuerdos, a veces pervertidos, a veces tiernos, a veces tan sabios… Y me pregunto si no es el amor lo que nos llena, si no es la literatura, si no es la construcción de los sueños… Me pregunto ¿Qué hará que ese vacío en el alma desaparezca?

Y pienso en los budistas; en que todo está en el interior, pienso… pienso y me golpea la melancolía…

…La ambivalencia, la idea que el mundo es una porquería, que parece que los fuertes siempre serán fuertes y explotaran a los débiles, que la pobreza es como una condena, que la educación no cumple con los propósitos, y así en la cantaleta del pesimista-realista; Y pienso en la valentía, en esa que hace que salgamos a dar la pelea, a pesar de saberse vencido, porque hace siglos se cometen las mismas injusticias; Pero es en esa lucha, que uno sueña; a crear momentos, buenos momentos, para uno y el resto y es que al final de eso esta compuesto la vida; Y es en esa lucha, es en la que uno sueña, sueña a instaurar cambios, y es en esa lucha que uno vence…

Sobre el suicidio


Cuando tenía como quince la ex de un primo se suicidó, por amor se supone. Por ese tiempo mi familia se estremeció, yo no me involucre mucho, andaba luchando con mis propios espectros que le coqueteaban a la muerte.

Pero de las tantas visitas que le hacía mi madre y el resto de mis tías a mi primo, de algunas fui participe, y como siempre en mis silencios observados, me quedé frente a mi tía, madre de mi primo, y mi madre, quienes charlaban mientras mi primo volvía, cómo hermanas y compinches se pusieron a hablar de la suicida. Mi tía le dijo a mi madre que ella, la suicida, había sido tonta, porque de seguro mi primo, aun cuando la amara, de seguro se recuperaría, que estaría triste un tiempo, quizá años, pero que se repondría, que de seguro volvería a pololear, que de seguro se volvería a enamorar y que posiblemente sería feliz, estaba vivo y ella de tonta no. Que su hijo a ella siempre la iba a recordar con algo de tristeza, pero aprendería a vivir con eso. Yo algo atónita porque se tratara de tonta a una muerta, dude de las palabras de mi tía, a mis quince años no sabía si algo así se podía superar, dudaba que mi primo superar la culpa, el desamor, el horror.

Para suerte de mi primo, y demostrando que más sabe el diablo por viejo que por diablo, mi tía tenía razón, el tiempo pasó y de a poco mi primo se fue recurando. Le tomo algo de tiempo y se la pasó soltero harto tiempo, años, pero parecía bien, y ya luego se enamoró; Y ahora está casado, construyendo una vida junto a una mujer que ama.

Mi tía aún habla de su difunta ex-nuera, y dice que si hubiera esperado, ella también hubiera empezado otra vida; Porque en la vida hay muchas vidas.

Así que esa es mi opinión del suicidio, en gran parte de los casos, como un acto de impaciencia, la vida da muchas vueltas como para terminarla por un momento o varios; Al final todo se vuelve recuerdo y lo que aún no lo es, se va construyendo.

Aunque también creo como Séneca, que decidir cuándo dejar de vivir es un acto de libertad.


Lorenza


Pienso en un pedacito de un libro de Bolaño “Estrella distante”; lo leí en la net, mientras hacía (o pensaba, casi como autoengaño) que estudiaba transformación de coordenadas. Es la historia de un artista… El pedacito que me da vueltas es: Matarse, dijo, en esta coyuntura sociopolítica, es absurdo y redundante. Mejor convertirse en poeta secreto.

El extracto que cuenta la historia:

[...] Años después supe una historia que me hubiera gustado contarle a Bibiano, aunque por entonces ya no sabía a dónde escribirle. Es la historia de Petra y de alguna manera es a Soto lo que la historia del doble de Juan Stein es a nuestro Juan Stein. La historia de Petra la debería contar como un cuento: Érase una vez un niño pobre de Chile... El niño se llamaba Lorenzo, creo, no estoy seguro, y he olvidado su apellido, pero más de uno lo recordará, y le gustaba jugar y subirse a los árboles y a los postes de alta tensión. Un día se subió a uno de estos postes y recibió una descarga tan fuerte que perdió los dos brazos. Se los tuvieron que amputar casi hasta la altura de los hombros. Así que Lorenzo creció en Chile y sin brazos, lo que de por sí hacía su situación bastante desventajosa, pero encima creció en el Chile de Pinochet, lo que convertía cualquier situación desventajosa en desesperada, pero esto no era todo, pues pronto descubrió que era homosexual, lo que convertía la situación desesperada en inconcebible e inenarrable.

Con todos esos condicionantes no fue raro que Lorenzo se hiciera artista. (¿Qué otra cosa podía ser?) Pero es difícil ser artista en el Tercer Mundo si uno es pobre, no tiene brazos y encima es marica. Así que Lorenzo se dedicó por un tiempo a hacer otras cosas. Estudiaba y aprendía. Cantaba en las calles. Y se enamoraba, pues era un romántico impenitente. Sus desilusiones (para no hablar de humillaciones, desprecios, ninguneos) fueron terribles y un día —día marcado con piedra blanca- decidió suicidarse. Una tarde de verano particularmente triste, cuando el sol se ocultaba en el océano Pacífico, Lorenzo saltó al mar desde una roca usada exclusivamente por suicidas (y que no falta en cada trozo de litoral chileno que se precie). Se hundió como una piedra, con los ojos abiertos y vio el agua cada vez más negra y las burbujas que salían de sus labios y luego, con un movimiento de piernas involuntario, salió a flote. Las olas no le dejaron ver la playa, sólo las rocas y a lo lejos los mástiles de unas embarcaciones de recreo o de pesca. Después volvió a hundirse. Tampoco en esta ocasión cerró los ojos: movió la cabeza con calma (calma de anestesiado) y buscó con la mirada algo, lo que fuera, pero que fuera hermoso, para retenerlo en el instante final. Pero la negrura velaba cualquier objeto que bajara con él hacia las profundidades y nada vio. Su vida entonces, tal cual enseña la leyenda, desfiló por delante de sus ojos como una película. Algunos trozos eran en blanco y negro y otros a colores. El amor de su pobre madre, el orgullo de su pobre madre, las fatigas de su pobre madre abrazándolo por la noche cuando todo en las poblaciones pobres de Chile parece pender de un hilo (en blanco y negro), los temblores, las noches en que se orinaba en la cama, los hospitales, las miradas, el zoológico de las miradas (a colores), los amigos que comparten lo poco que tienen, la música que nos consuela, la marihuana, la belleza revelada en sitios inverosímiles (en blanco y negro), el amor perfecto y breve como un soneto de Góngora, la certeza fatal (pero rabiosa dentro de la fatalidad) de que sólo se vive una vez. Con repentino valor decidió que no iba a morir. Dice que dijo ahora o nunca y volvió a la superficie. El ascenso le pareció interminable; mantenerse a flote, casi insoportable, pero lo consiguió. Esa tarde aprendió a nadar sin brazos, como una anguila o como una serpiente. Matarse, dijo, en esta coyuntura sociopolítica, es absurdo y redundante. Mejor convertirse en poeta secreto.

A partir de entonces comenzó a pintar (con la boca y con los pies), comenzó a bailar, comenzó a escribir poemas y cartas de amor, comenzó a tocar instrumentos y a componer canciones (una foto nos lo muestra tocando el piano con los dedos de los pies; el artista mira a la cámara y sonríe), comenzó a ahorrar dinero para marcharse de Chile. [...]

Esta misma historia la cuenta Lemebel en “Loco afán”; Con algunas variantes, y su estilo… (Y él si recuerda el apellido)

------

Se supone que debería estudiar; Tengo prueba, dónde se fue mi sentido de la urgencia, el de la responsabilidad… Queda poquito… Muy poquito, un mes y se acaba.

http://golosinacanibal.blogspot.com/2010/03/la-belleza-de-la-falla-o-un-poeta.html

Certeza infundada


… podría vivir cerca del mar

tengo la infundada certeza

(sólo el instinto)

que mi felicidad está en Valpo

caminando entre los cerros

subiendo y bajando escaleras

observando, conviviendo

con lo huachaca y lo refinado

con el artes y lo bohemio

con los muelles y el mar;

pintando mi casa de colores

con un parrón

o algún árbol en el patio que entregue sombra

con sillas y una radio

escuchando alguna sinfonía

música,

tomando mate o vino…


... si aún nos queda humor.

Para qué deprimirse con la difícil unidad latinoamericana y el triunfo del capitalismo; si aún nos queda humor, desacato y cuerda para carretear este fin de siglo. A toda bola Bolívar, a toda verga Bernardo, a la Carrera José Miguel que están sonando las vihuelas en el compact. Sin botas ni escarapelas, a cachete suelto levantando el polvo de la zamacueca.

Extracto “Loco afán”

Pedro Lemebel


Se vive un día a la vez...


(como alcohólico en rehabilitación)

Cuando todos se vayan

Cuando todos se vayan a otros planetas
yo quedaré en la ciudad abandonada
bebiendo un último vaso de cerveza,
y luego volveré al pueblo donde siempre regreso
como el borracho a la taberna
y el niño a cabalgar
en el balancín roto.
Y en el pueblo no tendré nada que hacer,
sino echarme luciérnagas a los bolsillos
o caminar a orillas de rieles oxidados
o sentarme en el roído mostrador de un almacén
para hablar con antiguos compañeros de escuela.

Como una araña que recorre
los mismos hilos de su red
caminaré sin prisa por las calles
invadidas de malezas
mirando los palomares
que se vienen abajo,
hasta llegar a mi casa
donde me encerraré a escuchar
discos de un cantante de 1930
sin cuidarme jamás de mirar
los caminos infinitos
trazados por los cohetes en el espacio.

- Jorge Teillier

(me recuerda a un recuerdo alucinado que fue iluso)

- ¿Por qué lees tanto?

- Para descansar de mí.

- Ah…

- También a veces para sentirme más…

- Contradictorio.

- Sí… es que la literatura en un refugio, es la patria, es el hogar y la madre, y a ratos también es la religión y hasta un tipo de deidad… la literatura te salva…

- Le pones color comadre…

- Quizá… Pero a mi me ha salvado…


Convicciones y despropósito...


Me acuerdo de una compañera que hablaba de los zapatistas, yo de la izquierda, de la desigualdad social, que el sistema estaba mal. Ustedes, aportó otra compañera, son parte de la minoría, en una lucha que será eterna, yo me sumo al cincuenta más uno porciento. Yo me pregunté que “sabor” tenía la vida así… ¿Dónde están las convicciones?

En busca de los despropósitos, de la pasión, de la energía que emana de la tierra, de la furia que produce la molestia de la injusticia, de la violencia interna, de la búsqueda de la lucha pacífica; del reencuentro con la esencia de ser hembra, mujer, maestra. Me proclamo ante una noche estrellada, como el cúmulo de ambivalencias, que tienen por objetivo ser leales a las convicciones y al despropósito.

Quiero vestirme de “terrorita”, cubrirme la cara con una polera, poner en mi pecho al “Sub-comandante Marcos”, tomar por asalto el metro con una metralleta y otra gente infectada con el síntoma de las convicciones y el despropósito, tomar por rehenes a los pasajeros del primer tren, hablar con el conductor, dejar el metro parado entre los “Héroes” y “Salvador”, en alguna parte dentro del túnel, asegurarles a los rehenes que no serán lastimados, tener como primera petición un menú variado y al gusto del consumidor, un banquete; Luego pedir que nos lleven en metro a alguna isla tropical…

Irme en metro a “Cuba”…

Pd: Como en el cuento de Collyer…