¡Feliz Navida!!!

Hace casi dos años decidí no creer en la Biblia, fue una decisión difícil que me llevó años tomar (luego de varios intentos de ser parte de una comunidad cristiana o religión), sentía que eran tantas las contradicción, tantas las limitaciones que determiné creer en todo y en nada. Supongo que al final me construí una “Fe” paralela, una en que las grandes deidades de la historia y del planeta conviven.

En estos tiempos pienso en Dios, se supones que en Navidad celebramos un milagro, la llegada de Jesús quien dio su vida por la humanidad. Se supone que no creo en eso, ya no creo en la Biblia. Por lo mismo no puedo evitar hacerme un gran número de preguntas o quizás una, la que predomina ¿Qué es lo que estoy celebrando?

Cuando era niña en mi casa no celebrábamos la Navidad, mi mamá pertenecía a una religión donde este tipo de celebración era un evento pagano y por lo mismo prohibido, así que desde muy pequeña me estuvo vetado este acto de adornar la casa e intercambiar regalos, así que por estas fechas lo único que hacia era ver películas, me la pasaba frente a la TV mirando cómo otros seres eran felices, personas a las que se les concebían milagros de Navidad. De tanta reproducción de alguna forma se me impregnó el espíritu, el cuál no se destruyó ni por la omisión, ni por la fealdad.

Hace casi cuatro años en mi casa comenzamos a celebrar la Navidad, desde hace como ocho mi mamá comenzó a alejarse de aquella religión con la me críe y de a poco, en una metamorfosis lenta se convirtió en laica; la primera navidad fue sin árbol, con una cena improvisada y no recuerdo si hubo regalos, creo que yo cociné, supongo que algo no muy elaborado, estábamos pasando por una mala una época económica, estábamos mi hermana, el enano, mi mamá y yo.

Creo que en cierta forma los niños les dan un toque mágico a todo esto, el año pasado por el enano mi madre venció el miedo a la ira de Dios y se atrevió a comprar un árbol, lo adornamos y recolectamos regalos, vino mi papá, un amigo de la familia y quienes ya estábamos en esa primera improvisada Navidad.

Este año me gusta, con mi sobrino, el enano, quién tiene cuatro años -sí la misma cantidad de años que llevamos celebrando la navidad- adornamos el árbol hace como dos semana, luego de días de insistencia por su parte; de a poquito se ha ido llenando de regalos, cosa que sucede por primera vez en mi casa, y aún cuando suene algo materialista eso me emociona, por favor compréndanme, no es que sea yo banal e interesad, es sólo que es primera vez que espero con ansias la cero horas del día veinticinco, así como los niños, en una especie de retroceso para vivir lo negado.

Soy extremadamente escéptica y crédula a la vez, supongo que en cierta forma rara vez creo en el común de las cosas en las cuales la gente deposita su fe, pero a la vez como que invento en qué creer, cada cual necesita sus pilares, yo me sostengo en esas conclusiones extravagantes que construyo con lo observado…

¿Qué celebro en Navidad?

Supongo que hay mucha gente que ya se ha olvidado que celebra en esta fecha, y el icono de esta fiesta es un viejito pascuero (extrañamente llamado así) y no el nacimiento del salvador, así que en cuanto a eso no estoy tan perdida con respecto al resto; Pero esto va más allá…

¿Qué celebro en Navidad?

Supongo que el amor, usted dirá que me puse melosas, es la época.

Creo en Dios, en los milagros, en esos bellos detalles de la existencia que nos mantiene viviendo y con fuerzas.

Creo en Dios, no en ese que envío plagas para que todo el que no fuera judío se rindiera, sino en uno distinto, uno diverso y lleno amor, uno que inventa oportunidades para que las personas se sienten a la mesa a cenar algo rico y se demuestren el cariño que se tienen. Y ese para mí ya es un gran milagro.

¡ FELIZ NAVIDAD ! !



Y no olviden demostrar su cariño, de cualquier forma, un gesto, un abrazo…

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Un pequeño en agonía

Hay un libro de Marcela Serrano: “Lo que está en mi corazón” en donde se narra un episodio que me llama mucho la atención, ahí está Camila, la protagonista, en Chiapas caminando hacía el lugar donde fue atropellada su nueva amiga, “Reina Isabel”, por estar involucrada en toda esa maraña política, social y humana de la revolución zapatista. Camila se encuentra cerca de un templo dedicado a San Cristóbal, ella agobiada por la pena se pregunta donde estaba el Santo mientras su amiga vivía un intento de asesinato. Recuerdo que mientras leía le contesté a aquella mujer agobiada, inventiva de Serrano-“en el intento”- le dije, ahí estaba la divinidad, haciendo que la mujer soportara aquel vehículo pasándole encima y concibiendo que justo una mujer viera el incidente para que aquellos quienes cometían el horrendo crimen huyeran, y llamara a una ambulancia. Camila contestó, de otra forma, adjudicándole al Santo algún tipo de ceguera y que por aquella ceguera no merecía ningún templo.

Ayer mientras lavaba la loza y escuchaba las noticias, me asaltó la misma pregunta que a Camila, en otro tono, involucrando a otra divinidad, a un Dios sin nombre; con las manos jabonosas me acerqué a la tele a escuchar una de las noticias que más me ha conmocionado: un pequeño llamado Igor murió abandonado en su hogar, sólo, bajo una cama y aferrado a un pedazo de pan.

Así murió un pequeño de un año y medio, en Iquique. La autopsia dice que el hambre, la sed y los problemas respiratorios que lo tenían afectado hace semanas terminaron con su vida. Un ataque de epilepsia mató a su madre el 29 de noviembre pasado en plena vía pública. Llegó como NN a la morgue y tras 15 días nadie se interesó en saber quién era. Nadie apuró trámites, nadie la reclamó. Por eso nadie supo tampoco que mientras Teresa Salazar era ingresada a una bóveda sin registro, su bebé moría de inanición y abandono. Varios vecinos escucharon al niño llorar por las noches desde el interior de la vivienda ubicada en Algarrobos 3848. Pero nadie hizo nada…

Luego salió la presidenta, no escuché muy bien lo que dijo, mi mente estaba ida, se notaba molesta y triste, fue lo que noté y como yo me sentía en ese instante “¿Dónde estaba Dios en ese momento?...” Cuando Igor moría lentamente…

Una respuesta irónica llego a mi cabeza, donde mismo está cuando las personas se vuelven monstruos y se asesinan a sangre fría, por mandato de otros o por algo tan estúpido como el dinero, donde está mientras niños mueren de hambre en otros países a la vista de un cielo lejano y a veces cercano, donde mismo está mientras el mundo se va a la mierda, por el escusado de un universo extenso y a veces maldito.

Me quede pensando en Igor, llorando, llorando y pidiendo auxilio en ese idioma de los que aún no dominan el habla, sin que nadie lo socorriera, me pregunto a dónde hemos llegado ¿Dónde estaba el resto de la familia? ¿Dónde estaba el papá, la abuela, las tías? ¿En qué estaban los vecinos que a pesar de oír su llanto no acudieron?

¿Dónde estaba Dios? Ya no está en el intento, ni en el casi, ni en último momento, algo malo paso, de esos “algos” horrendos, donde las palabras no logran describir lo horrible, lo cruel.

Siempre pienso en Dios y en cierta forma lo culpo, tengo una extraña política de no culpar, de intentar ver el problema desde la raíz, desde la esencia y en ese afán de ver a las personas como el producto de un trato social y a la sociedad como el producto de la historia y a la historia como el producto de la creación, no puedo evitar culpar al ser Supremo y sentirme mísera por ese acto, llena de miedo por el hecho de alguna forma retar al Todopoderoso.

Me descubro llena de miedos y el instinto le hace un corte a la mente, no pienses que es peligroso.

Entonces esa parte conciliadora que ha evitado que vea a Dios como un ser despreciable o que me vuelva atea, me dice que hay algo que no veo, que no tengo todas las respuestas, que Dios dio señales, le puso el llanto al pequeño, pero no fueron capaces de socorrerlo, esto te está enseñando Claudia, esto le debería enseñar a mucha gente a prestar la mano cuando se le solicita, esto no es culpa de Dios, es responsabilidad de un todo identificable, de un todo que tiene que aprender a decir nunca más, para que los errores de hoy no se vuelvan a repetir mañana.