Sobre el desastre


(o que la paz este en la muerte)


El otro día estaba chateando con el tipo que sospecho me  gustaba; Por alguna extraña razón comenzó a contarme lo que estaba comiendo, era pan con quesillo, le dije que era sano; Y él comenzó a contarme que hace dos meses que estaba comiendo sano, o sea de forma más diversa y en menos cantidades, y que además también había comenzado a hacer deporte, que salía día por medio a correr 10 km. Mientras, yo me preguntaba porque me pasaba esto que me atraen estos tipos que empiezan a ser “sanos y deportistas”, si se supone que me gustan los tipos algo gorditos, bebedores de cervezas y buenos para la talla… El tipo este comenzó a decirme que se sentía super bien, que como que le había cambiado la vida; Y me invitó a hacer el cambio, yo sentía que estaba intentando  evangelizarme. Le dije que en realidad varias veces a lo largo de mis 24 años de vida había intentado ser “sana y deportista”, pero como que no me había funcionado… quizá deba intentarlo de nuevo… aunque como diría Bukowski, no lo debería intentar, lo debería hacer y ya… le dije, él me contestó que no tenía idea quién era Bukowski, pero que tenía razón y siguió con su testimonio de comida sana y corridas de 10 km.

Yo encontré un poquito irrisorio esto de citar a Bukowski en plena “evangelización” de comida sana y practica de deporte y que el “evangelizador” estuviera de acuerdo; Ya que el escritor este era un ejemplo de todo lo contrario… Y bueno, me puse a pensar en los desastres y en lo que se supone no es un desastre; Y por alguna extraña razón me atrajo más el desastre; Y es que quizá se deba a la edad, a que he crecido en el desastre, a que quizá siempre he sido el icono del esfuerzo, pobre, con una seudo-familia, pero esforzada, que se gana becas y trabaja y todo eso… Pero con una existencia desastrosa igual; Y es curioso, porque aun cuando a veces sueño con ese tipo de vida en el que estas en paz y pareces el icono del bienestar, la satisfacción  y la felicidad, hay algo que no me convence, que me sabe a patraña, como los cuentos de navidad, son como lindos, pero no te los crees; Y bueno, por más que este chico que sale a correr día por medio me diga que se siente feliz con su nuevo estilo de vida, pues me atrae más la idea de pasarme tardes mirando el techo, haciendo nada, o tirada en los pastos de mi universidad bebiendo y charlando; o gastarme lo poco que tengo de dinero en una cerveza y en un italiano sin vienesa; Y es que me sabe mucho más a “vida”.

(Qué la paz este en la muerte)

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