El cumpleaños inesperado

(o el maestro sushi que me atacó en el baño)


El sábado fui a un concierto de jazz con una amiga; Se supone que luego me iría a la casa de mi hermana a cuidar a mis sobrinos, porque ella y mi cuñado irían a un cumpleaños de una amiga de ellos. Pero en el camino al concierto mi hermana me llamó y me dijo que mi cuñado no iría y si quería ir yo; Evalué las variables, comida y alcohol gratis y acepté al instante.

Así que ahí estaba yo en un lugar donde sólo conocía a mi hermana, desabrigada y con una copa de piña sour en la mano, mientras mi hermana me decía que era raro que no estuviera lleno, que siempre se armaba “la zorra”, como dice ella. Habían en la fiesta más que nada familiares, así que las expectativas que no me había formado, pues… se estaban formando para mal. Porque además de parecer una fiesta familiar a la que no pertenecía, la comida principal era sushi y no había versión vegetariana, así que ahí estaba yo con frío, ya que la fiesta era en el patio, con hambre y embriagándome.

Pero el mundo comenzó a ser más amable, más bello, efecto de la bebida quizá, y los familiares de la amiga de mi hermana comenzaron a ser bastantes animados y me comencé a reír y a cantar como si la vida se me fuera en eso, y luego pasó lo mejor, apareció un maestro sushi, dijo que prepararía más arroz para hacer más más sushi y vi en ese comentario la posibilidad de comer, así que presencie una canción más del karaoke y me fui a la cocina y comencé a hablarle al maestro sushi, a hacerle primero preguntas tontas así como ¿Así que haces sushi? Luego de educación como ¿Cuál es tu nombre? (Ya no lo recuerdo), y luego preguntas o afirmaciones que alimentarán su ego así como: o que genial ser maestro de sushi… ¿Dónde trabajas?... Qué genial…  Y cosas por estilo que ya no recuerdo bien porque estaba un poco ebria. Todo esto para luego decirle que yo soy vegetariana, y que él dijera solito, también hay sushi vegetariano ¿Te hago? ¡Bingo!

Así que ahí estaba yo feliz con mi sushi vegetariano, disfrutando del arroz con el menjunje en su interior y la salsa de soya, con un ron-cola a mi costado, mientras las primas de la cumpleañera hacían un gran show… La vida era buena… Pero se me comenzó a revolver el estómago; Supe, como lo sabrá todo aquel que se habrá embriagado alguna vez que tenía que ir al baño, me levante sin llamar mucho la atención y me fui al baño.

Como supongo será imaginable, vomite, pero estaba lo bastante ebria como para tomármelo con calma, así que luego de lavarme las manos y la cara me miré al espejo; En ese instante entró el maestro sushi al baño, supongo que cerré mal la puerta, y yo tan calmada como siempre le dije que ya salía, cuando el tipo se me le tiro encima y me agarró a besos; Sospecho que no reaccioné, en realidad mi pensamiento fue: ¡Qué chucha! Y tocaron la puerta ¿Estas bien? Me preguntó el dueño de casa, yo por inercia le dije que sí, que ya salía, en realidad no pensé mucho pero por alguna extraña razón imaginé que el tipo este tenía novia y que ella se pondría a llorar y quedaría la “caga” en el cumpleaños… El dueño de casa me volvió a preguntar y yo le repetí que estaba bien, abrí la puerta y me fui, dejé al maestro sushi que diera las explicaciones y salí al patio.

Cuando estaba afuera volvió el maestro sushi, me indicó que había dicho que me había escuchado vomitar y que me había querido ayudar, yo lo mire no más y luego agregó algo así que cuando me pillara sola me comería; Yo no estaba lo suficientemente sobria como para decir algo sarcástico así que me fuí a cantar con las primas de la cumpleañera.

(Bueno, pasaron más cosas esa noche, pero esa es otra historia, creo).

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