Mis camelias


Cuando René, un personaje de “ la elegancia del erizo”, sabe que va a morir, comienza a nombrar su “camelias”; y es que para ella son un tipo de metáfora para “aquello” o “aquellos” que nos salvan, aunque sospecho que hay que leer el libro para comprender bien a qué se refiere.

René, esa mujer intelectual que dedica sus días a ocultar su inteligencia y ese gusto refinado y diverso de las artes, cuándo se ve ante la muerte enumera a sus “camelias”, su ex esposo, quien tanto la acompañó, Manuela, la amiga (elija a una sola amiga, pero elíjala bien), Kakuro, amigo (y su: “podemos ser todo lo que queramos”, que a mi me estremeció), Paloma, su amiga y alma gemela; y finalmente su gato León.

¿Cuáles son mis Camelias? 

Comienzo por mi hermana, aquella mujer que tiene 2 años y 5 meses más que yo; que ya tiene familia y que me hace parte de su núcleo familiar, que a veces, cuando se lo permito, me adopta, porque así es ella, intenta ayudar, proteger, con ese instinto maternal a flor de piel, quizá no de una forma tierna, pero sí fuerte.

Mi padre, y esas declaraciones de “estoy muy orgulloso de ti”. Y esos ojos tristes y a ratos ausentes, que se queda sin palabras seguido y que cree constantemente que es mejor callar… Tan distintos somos los dos; Pero ese hombre, delgado y de mediana estatura, intenta, con las herramientas que posee ser un buen padre; Y me ha enseñado, empíricamente, que la vida da hartas vueltas y lo que se cree inamovible puede cambiar.

Karin, una amiga antigua, con la que hemos pasado altos y bajos, pero hemos sido capaces de a ratos perdonarnos, hacer la vista gorda o simplemente omitir algunos temas, como la política; Y querernos y aceptarnos como somos, a pesar de los cambios que produce el tiempo.  Y así, a pesar de los caminos separados, a veces nos buscamos, y nos seguimos juntando a conversar, a contarnos la vida, las ideas y es ella; quién en tantas oportunidades,  sin siquiera yo pedir ayuda, me ha ofrecido su casa o compañía como albergue, en esos momentos en que me duele el alma. No es mi única amiga, ni la mejor, pero es una hermosa camelia.

La Nea y sus conversaciones inteligentes, sus muestras de cariño a veces inesperadas que muchas veces han llegado en el momento más necesario y que me han dado aliento... Supongo que nos parecemos, esa dualidad de “matemática” y gozadora de la lectura y eventos culturales quizá no se da tanto, supongo que eso en parte nos une, pero también la voluntad de querer ser amigas, y es que a lo largo de los años hemos mostrado con actos la intensión de mantener nuestra amistad y eso es reconfortante… Una bella amiga y camelia.

¿Más camelias? La Ale, que me acompaña cuando no me lo espero, que me muestra siempre otra forma de ver las cosas. La Muri, que ofrece su compañía y alegría…

¿Cuántas camelias más han pasado? Muchas, tantas que justo ahora esbozo una sonrisa, porque a pesar que ya no están presentes en mi vida, fueron y son mis camelias.

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