Convicciones y despropósito...


Me acuerdo de una compañera que hablaba de los zapatistas, yo de la izquierda, de la desigualdad social, que el sistema estaba mal. Ustedes, aportó otra compañera, son parte de la minoría, en una lucha que será eterna, yo me sumo al cincuenta más uno porciento. Yo me pregunté que “sabor” tenía la vida así… ¿Dónde están las convicciones?

En busca de los despropósitos, de la pasión, de la energía que emana de la tierra, de la furia que produce la molestia de la injusticia, de la violencia interna, de la búsqueda de la lucha pacífica; del reencuentro con la esencia de ser hembra, mujer, maestra. Me proclamo ante una noche estrellada, como el cúmulo de ambivalencias, que tienen por objetivo ser leales a las convicciones y al despropósito.

Quiero vestirme de “terrorita”, cubrirme la cara con una polera, poner en mi pecho al “Sub-comandante Marcos”, tomar por asalto el metro con una metralleta y otra gente infectada con el síntoma de las convicciones y el despropósito, tomar por rehenes a los pasajeros del primer tren, hablar con el conductor, dejar el metro parado entre los “Héroes” y “Salvador”, en alguna parte dentro del túnel, asegurarles a los rehenes que no serán lastimados, tener como primera petición un menú variado y al gusto del consumidor, un banquete; Luego pedir que nos lleven en metro a alguna isla tropical…

Irme en metro a “Cuba”…

Pd: Como en el cuento de Collyer…

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