Perdiendo el tiempo... (¿En verdad existe eso?)

Estaba mirando el cielo y descubrí que tengo la mayor capacidad para perder el tiempo, es que yo no sé que tendrán las hojitas del árbol de mi vecino que me lo quedo mirando como (inserte aquí un adjetivo conveniente) y me rasco la cabeza y me dan así como ganas de caminar, pero me acuerdo que tengo que hacer un trabajo en Paint, que tengo que leer el ya último capítulo de ese libro que tanto me costo “seguir”, que he entendido la mitad, y que al final sé que igual me voy a sentar con mis compañeras cuando lo estén comentando y plajearé sus ideas, y hasta inventaré argumentos en ese momento por puro amor a la discusión filosófica, siendo que cuando estaba leyendo el dichoso librito, pensaba en la maravillosa capacidad del cangrejo de cambiar de sexo, si es que eso es cierto…

También tengo que hacer una tarea he inventar otra…

El asunto es que me senté frente al computador, al lado de la ventana que da al árbol de mi vecino, empecé con ganas de ser fructífera y aprovechar que mi sobrino no me está acosando para hacer algo beneficioso por mi vida académica. Empiezo altiro, voy a revisar mi correo, facebook, o los blog… y no sé cómo llego acá, una chica que entretiene harto cuando uno la lee; y que me he quedado un buen porcentaje de la tarde leyendo, recordando que ya hace tiempo la había leído, pero que en un formateo del PC perdí la dirección y doy gracias al cielo dorado que me la encontré entre los confines de la Internet, dale que el mundo cibernético igual es pequeño… La vaina, como diría en mi juerga habitual, es que después de alejarme del mencionado blog por la necesidad de hacer algo más productivo por mi vida y que me deje libre para irme a dar una vuelta o mirar TV … Me quedo mirando el árbol de mi vecino y de pronto me doy cuenta que hace más de dos horas que estoy aquí convirtiendo el oxigeno en dióxido de carbono y me sale la Lisa Simpsons que llevo dentro y me digo, pero Claudia, si hay tantas cosas importantes que hacer en el mundo, podrías empezar por ser responsable en tu vida académica, leer al dichoso caballero ese, aunque sientas que es arameo, podrías buscar ocupaciones donde le hagas un bien a la humanidad y no sólo a las hojitas del árbol de tu vecino, mira que todos producen dióxido de carbono…

...Y logro poner google y escribir “cálculo de probabilidad con áreas”, pero no encuentro lo que en realidad busco he intento pensar en otras palabras para poner en el buscador, y pienso que me da lata hacer la presentación en Paint, que es de otra cosa, que no quiero buscar imágenes, que voy a tener que estar mucho tiempo frente al computador, siendo que de ociosa llevo como tres horas frente a el, que debí haber empezado antes, que…que… y sigue la Lisa Simpsons molestándome, Claudia se más organizada, deja de perder el tiempo, estudia mujer, busca un actividad fructífera además de ser estudiante…

Concluyo que hasta ahora, cuando se acerca la hora de tomar once y ya mi sobrino volvió para torturarme, las pocas cosas que he hecho que se puede llamar medianamente fructíferas, además de convertir el oxigeno en dióxido de carbono, son levantarme, que me costo harto, lavarme, vestirme y todo lo que conlleva “levantarse”, desayunar, tengo que comer, darle comida a mi perrita, hacerle un "nanai", ordenar y cocinarle a mi padre, bello hombre que comparte mi información genética, que nos visita los domingos, y me da dinero, el cual, pobre él, se encontró sólo conmigo esta mañana, ya que mi madre salió de parranda y tuvo que ir el solito a la feria (ya que yo estaba desayunando y pegada a la TV) para que así yo hiciera almuerzo y ninguno muriera de inanición.

Y como me quedo mirando para fuera, la cordillera y las hojitas de lo árboles, dejándome poseer de vez en cuando por la guitarra de Santana, aún no avanzo en mi “labores académicas” y me pongo a escribir incoherencias por puro amor al ocio y la sospecha que quizá así, escribiendo, por fin mi alma deje de estar en ese estado volátil y se vuelva esclava de las tareas, trabajos y lecturas, vamos que mañana me levanto a las seis, lo que me deja algo así como menos de once horas para terminar mis “labores académicas”, comer, lavarme los dientes y dormir, algo que sea.

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