Sospecho que la primera vez que leí algo sobre budismo fue
ojeando un libro en una biblioteca, creo que tenía como 14 años, leí en la cubierta
que el deseo causa sufrimiento y que para curarlo se debe dejar de desear o
algo parecido, me pareció espantoso, qué cómo si el deseo es lo que nos mueve,
el desear volar hizo que alguien inventará el avión y así comencé a discutirle
al libro mentalmente… al fin y al cabo dicha afirmación contradecía a “El alquimista”,
mi biblia por esos tiempos, que afirmaba que si deseabas algo con todo el
corazón el universo conspiraba para que lo obtuvieras.
Ya no creo en eso, dejé de creer en la afirmación del “El alquimista”
y cada vez que vuelve aquel viejo hábito de ver al universo como una fuente de
deseos, pienso que no es así, que el universo ya hizo bastante, que quizá mis
deseos se contraponen a deseos de otra gente y no tiene porque el universo
cumplir los míos o los de la otra gente, que si yo fuera el universo elegiría
no ser una fuente de deseos.
Creo que este camino de acercamiento al budismo ha sido
largo, nos hemos coqueteado por años sin concretar, me he acercado y alejado,
he dudado y me he cansado. Creo que esta vez es diferente, me cansé de ser “agua
tibia” (como lo diría un cristiano) y he comenzado a practicar.
He comenzado de a poco, infiero que es un camino largo; que
se debe tener mucha paciencia, pero es curioso cómo se notan cambios de estructuras
mentales, cómo algunos hábitos nocivos ya se distinguen como nocivos y van
perdiendo fuerza, voy adquiriendo la determinación para decir basta a actitudes
viciosas y de a poquito las voy abandonando. También se nota cómo el enojo va
disminuyendo, cómo aquellos actos de otros o los propios que me hicieron daño
pierden su fuerza y si los llego a recordar la punzada en la panza ya no
aparece y el enojo ha disminuido notoriamente.
Supongo que llevo poco tiempo y los cambios han sido pocos,
pero para mí han sido perceptibles. Aún deseo mucho, aún me vengo del trabajo
alucinando con realidades paralelas (que en general terminan en angustía) y tengo mucho que mejorar con respecto a
mis relaciones sociales, sobre todo pensando en cómo integrar la visión budista
en el trato con otros, en cómo armo y vivo mis relaciones amistosas, laborales,
familiares y amorosas, cómo le hago para ayudar al resto, cómo trabajar mejor. Aún
me queda mucho, el camino se ve largo, pero parece hermoso, es sorprendente cómo
los conceptos van cambiando, algunos simplemente desaparecen y otros nacen, es
estimulante.
Algo parecido me pasa con la meditación, supongo que van de
la mano. Hace años intenté empezar a meditar sola, vi videos y leí algunos
artículos, pero me era muy difícil sentarme y poner atención a la respiración,
me llenaba de ansiedad, lo abandoné. Hace como un año fui a un curso y al menos
en las clases lograba sentarme e “intentar” poner atención a la respiración sin
llenarme de ansiedad, pero no logré y casi ni lo intenté, integrarla en el
diario vivir. Luego, me uní a un grupo de meditación, hice algunos esfuerzos
por integrarla cada día, pero fui abandonando, afortunadamente no dejé de ir al
grupo y al menos meditaba una vez a la semana y escuchaba a la “sangha”. Hace casi
dos meses me propuse determinantemente meditar todos los días, aunque fuera un
ratito y lo he estado haciendo. Aún no logró poner atención por mucho tiempo a
la respiración, pero hay días en que noto que los espacios entre pensamiento y
pensamiento de a poquito han ido creciendo.
Supongo que la meditación ha ayudado mucho en los pequeños
cambios de estructuras mentales. Aún queda mucho camino, lo miro con amor y
paciencia, tengo claro que adoctrinar la mente toma tiempo y esfuerzo; y que el
camino largo siempre es el más seguro, así que voy de a poquito.
También tengo claro que este es un camino hermoso y que
tendrá (tiene) buenos frutos para mí y el resto.
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