Cómo se gastó un domingo






Hoy a eso de las 9.15 de la mañana recibí un mensaje en el celular con un “hola…”; Miré y seguí  durmiendo. Algo así como 80 min después desperté, por la única razón “natural” por la que lo hago, quería ir al baño, y recordé el mensaje; Lo busqué en whatsapp y no estaba, pensé que quizá, entre tanto cachureo en la vida, ya me estaba costando diferenciar entre lo que es realidad y lo que es un sueño; Pero en la negativa de estar volviéndome loca, busqué en el buzón de los mensajes y ahí estaba el dichoso “hola…” proveniente de un teléfono desconocido. Comencé a pensar que quizá el saludo provenía de alguien que no tenía registrado  en el teléfono, dado que hace poco perdí casi todo el directorio (por otro cachureo de la vida) y  sospeché que podía ser mi sobrino, del celular de mi mamá, número que no tengo registrado, o quizá hasta mi propia madre que de alguna forma había aprendido a escribir en el celular (o le había dicho a alguien que escribiera) y quería, luego de mucho tiempo, saludarme. 

Así que “cautelosa”, como cuando alguien me saluda en la calle y no lo reconozco y espero que a medida que prosigue el dialogo me acuerde, respondí con otro “hola”, a lo que obtuve por respuesta: “quiza no me recuerdes… pero me gustas mucho…” Mi cara en ese momento fue algo así : ¬¬  (Y se fue al carajo la idea que fuera mi madre en busca de una reconciliación al más puro estilo de las películas de navidad)

En ese instante, como ya me había sentado a trabajar, y sugerir cosas en las que en realidad no me manejo, no pensé mucho, pero dada mi incapacidad de concentrarme mucho tiempo en la misma cosa (aún menos en las dichosas sugerencias), luego empecé a preguntarme quién seria el de los mensajes y recordé que yo cuando tenía 16 años le envíe un mensaje con “algo” similar a un chico que me había gustado cuando tenía 14; Hecho que se podría clasificar en el comienzo de una pseudo maldición (o quizá lisa y llanamente una maldición).

Luego otro mensaje: “que haces hoy?” ; y yo con un signo de interrogación en la cara: “Quién eres?”, le escribí, y él en su posición de galán enigmático respondió :”un humilde admirador…” 

Tuve la tentación de escribir:
-Pfffff
- Estas seguro que soy a quien admiras?? Siento que retrocedí a los 15.
- Así?? Por qué me admiras??

Pero no me decidí por ninguna, así que no escribí. Luego pensé un rato en que la situación era un poco rara, y pensé en ese chico al que hace años  atrás yo le mandé un mensaje (él fue más simpático para responder de lo que yo pensé  hacerlo; aunque claro, éramos adolescentes en ese tiempo). También pensé en mi madre, y en que era un poco triste que hubiera pensado que era ella y lo de la película de navidad. Luego pensé en el tipo enigmático y cree unas cuantas hipótesis:
- Quizá es un adolescente que se equivocó de destinataria y piensa que le está enviando mensajes a una chica rubia de 14 años.
- Quizá es un tipo extremadamente tímido y no se atreve a hablarme.
- Quizá es uno de los múltiples "enemigos" que me hecho últimamente y me quiere jugar una mala broma.
- Quizá es ese tipo lindo de la oficina, que sacó mi número de la firma del correo y no se atreve a hablarme en la oficina (alternativa que medio me agrada), pero él parece con harta personalidad (así que esta alternativa es bastante dudosa).
- Quizá es el chico al que yo le envíe un mensaje “similar” hace como una década (o más).
- Quizá es un estudiante de algunas de mis clases.
-Quizá…

A esa altura ya me había entrado la claustrofobia y tenía ganas de irme luego con mi amiga a comer sushi y paf que me envía un whatsapp diciéndome que no podía –maldita tecnología pensé- y me quedé trabajando, sugiriendo sobre “aquello” que no tengo la menor idea…  que es una forma de ganarse el pan.

Y es así como se gastó un domingo.


Foto:  http://9musas.net/tener-un-smartphone-te-hace-mas-inteligente/

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