Tengo miedo torero


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Leí “Tengo miedo torero”, de Pedro Lemebel. Me hizo sentir como la Loca del Frente: Un ente extrañamente sexuado, con tendencia travestí; Un hombre con ganas de ser diva, deseosa de un rebelde del Frente Patriota Manuel Rodríguez.

Fue una lectura exquisita, algo extraña, al ser una mujer en un cuerpo ajeno y alma de diva la o el protagonista, con escenas graciosas, reflexivas y tórridas que me escandalizaron un poco. Un libro raro y exquisito; Como aquella tarde en la que me quede sola en la playa y la maravillosa alianza del mar y el cielo me intoxicó con su belleza y paz.

Fueron extrañas mis ganas de que ella, la Loca del Frente, se quedará con él, el rebelde que parecía heterosexual y tenía la edad para ser su hijo ¿Será que mi locura hace que mi romanticismo florezca cuando las situaciones más inusuales se presentan?

Había olvidado lo que produce un libro; La magia, la sensación de vivir otra vida; De sentir otras almas, de soñar otros sueños; De vivir casi o tanto que con mi propia existencia; En una fusión, que incita sinergia en mi pecho, entre la ilusión de una loca que compartió su historia inventada y la historia de mi propia existencia.

A veces la belleza me envuelve tanto, me invade tanto, que el pecho se me infla con ánimos de estallar y me quedo sin saber qué hacer; cierro los ojos y siento…

… “tengo miedo torero”

9 de Marzo del 2008

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Tengo ganas de leer, de tirarme en la cama y trasnochar sumida entre las páginas de un buen libro… Como en alguna época del colegio, donde el tiempo y las ganas me alcanzaban. Ahora me cuesta tanto sumergirme en las historias inventadas; Por el tiempo, la propia voluntad o el gusto; Ya no mucho me parece interesante, y los autores y títulos se me repiten…

Este fragmento, de mi ambiguo cuaderno, me gusta por dichoso y excéntrico, loco; Mira tu que sentirme como la Loca del Frente, digno de análisis; Quizá lo escribí por la euforia del momento, y las ganas de compartir de alguna forma mi alegría y empatía con esa mujer a quien el amor se le fue puesto en un lugar inalcanzable. (cerca, pero bien lejos)

Además transcribirlo provoco lo esperaba, que parte de la alegría de ese día se me contagiara…

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A veces me pregunto con qué clase de amor soñar, se me agotan los protagonistas, la imaginación y hasta la ilusión (o alucinación)…

¡Válgame mi suerte!

Tengo ganas de tener un príncipe azul, o celeste ¿Blanco? Morado, o verde, ojalá no rosado…

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…la interioridad recóndita de un país que, según lo define Lemebel; “sueña muy poco, sueña a crédito, no sueña lo imposible…”

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