Una alucinación proyectada ...

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A veces sueño con hacer clases en las cárceles, me proyecto en una aula ante una treintena de convictos que no están muy contentos de estar hay, aún menos convencidos, algunos bromean, otros me observan esperando a que les explique qué rayos hacen hay, que les de una explicación del tiempo perdido.

Entonces, yo misma me pregunto las mismas interrogantes, me y les repito, en mis alucinaciones, discursos redichos sobre la importancia de la educación y luego, ante el poco convencimiento de mis inventados alumnos, les saco en cara mi esfuerzo, los años que invertí para lograr estar ahí, para que ellos adquirieran lar herramientas para que al salir de ahí enfrentaran la vida de una forma honesta, para que no le causaran más dolor a la gente que los ama, para que se ganaran el pan, y más que eso que lo disfrutaran, porque realmente es de ellos, porque se lo ganaron y cada bocado sabe mejor. Mi mente divaga entre discursos filosóficos que a ratos son exagerados y a ratos retadores.

Entonces, ante un ataque de soberbia les digo que nadie los obliga a estar ahí, que se pueden ir, algunos se van y uno, que aún sigue sentado, me mira y pregunta: “¿Usted qué hace aquí? ¿Qué la llevo a perder tantos años en lograr esto? ¿Qué gana?” Mi mente se estanca, me cuesta responder, primero digo que no sé, luego pienso que es mala respuesta, la borro de mis fantasías, espero, miro al cielo y a lo honesto ¿Será que tengo tan poco que busco ser buena para tener algún valor? Sigo pensando, no rechazo por completo la teoría, entonces una respuesta llega mi alucinación: “Lo hago porque no me gusta que me asalte, no me gusta que asalten a mi madre, detesto escuchar disparos entre las casas, detesto ver niños delincuentes, detesto ser victima… Pienso que la forma de erradicar a los que cometen delitos no es encerrándolos, agrupándolos en algunos puntos, eso es sólo un parche, un tapar lo que no se quiere ver, es someter, encasillar, hacer que la cadena siga; La solución no está ahí, mas bien está en prestar atención al génesis, en cómo nacen estas conductas y para mí la educación, el estar aquí, el aprender, el educarse puede cambiar muchas cosas, mejorarlas, es justamente aquí donde pueden crearse un fututo mejor, para ustedes y para sus hijos. Es aquí donde podemos ampliar el horizonte, las posibilidades...”

Sigo pensando, quizá la única diferencia entre un llamado “antisocial” y yo, es el lugar dónde nacimos, un simple factor geográfico, un simple factor fortuito.

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