Tarde inesperada

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Ayer me levante pensando en que mi tarde estaría dedicada a estudiar trigonometría, y la lucha contra mi complejo (casi no desarrollado) de protagonista de novela rosa.

En la mañana tuve que ir al banco a pagar la U, después a ponerle el sello al pase. Luego a clases, el viernes sólo tengo un bloque a las 11.30 hr.

Pensé que almorzaría y me vendría a mi casa, pero apareció José (estaba de fugitivo de la U) y me propuso hacer algo (no piense mal), armar un carrete. La Andrea ya tenía un panorama, el trío maravilla estaba cojo, pero con él éramos dos e igual se podía inventar algo; Me invitó a la “Piojera”, me emocionó la idea.

Al final no fuimos, ninguno cumplió con sus planes, y nos quedamos todos en la U, un grupo de siete; El trío maravilla y cuatro amigos más.

Es rara la vida; Últimamente he estado re contenta, sin ningún motivo en particular, no me gané el Kino, ni me enamoré, tampoco me he convertido en una genio matemática, ni he adelgazado. Pura locura. Pero mi posición positiva ante la vida se ha puesto a prueba: una casi desilusión y una bofetada en la cara (metafóricamente hablando, nadie me a golpeado últimamente).

Me gustan cómo están las cosas; o cómo estaban, quizá algo cambio, pero lo importante permanece. Además los cambios son necesarios; cuando “algo” se vuelve monótono deja de producir estímulos y es cómo si no existiera. Raras mis reflexiones, y no estoy segura si vienen al caso.

La tarde de ayer fue entretenida, a pesar de mis presagios de aburrimiento y de lucha contra algunos estímulos tortuosos, la pase de maravilla: con juegos de antaño, batucada, intentos de capoeira, intento de baile (por mi parte), canciones con guitarra coreada por los presente y alguna que otra invención graciosa; Ron con coca cola, papas fritas, maní y pancito; Conversaciones amenas y risas compulsivas.

La vida sorprende…

Es rara la vida, hace algunos día me desperté con el peso de Atlas en el cuerpo y antes de hora, miraba el techo mientras transcurría el tiempo y el ánimo era un agente desconocido en mi cuerpo, me atrasé, y la decisión de si levantarme o quedarme acostada debatía en mi mente. Al final oré, siempre lo hago, sobretodo cuando siento que me fallan las fuerzas. Oré y me levante, surgió el ánimo.

Al final, la semana fue linda.

Sigo contenta y el buen presentimiento permanece; Así de tozuda.

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PD: Me voy a estudiar trigonometría.

1 comentario:

J.L.Ramos dijo...

Vaya, vaya... un vómito del alma... felicitaciones!!!

Buen coctel de sentimientos y sensaciones...

sip...