Divagaciones del momento...

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En este preciso instante, me gustaría estar frente al mar, en un día medianamente nublado y sin frío extremo; tirada y descalza, enterrando mis pies en la arena y jugando con mis dedos a ser cascadas, mirando el cielo, viendo los matices de las nubes y el azul entre medio, observando a veces atentamente el vuelo de una gaviota, dejando mi mente viajar a la belleza, quizás a la nada, volviéndome arena.

Es extraño, a veces siento que tengo tanto, no en el sentido de poseer, sino en el más abstracto, el menos frívolo; Me siento enormemente bendecida, llena de milagros a mi alrededor, regalos de Dios, de la vida. También existen los momento en que siento lo contrario; me siento sin patria, sin suelo, ni raíces, con el estigma de no pertenecer a lugar alguno, de no poseer, de ser enormemente huérfana y maldecida.

Y también están los momento en que no siento ni lo uno ni lo otro, y aunque parezca extraño, a veces el equilibrio llega a tal punto, inmovible, que me aburro y mi cuerpo se tensiona, se contrae, en un reclamo al parecer legendario que me grita que no estoy viviendo.

Tengo la loca fijación de aprovechar cada instante, de sentir, de vivir; pero a veces los minutos se me van en tedios y no me doy cuenta, a veces la vida parece tan monótona que me frustro y la imaginación o el coraje no me alcanzan para hacer algo. No creo en el más allá, y la mitad de mí dice que aparte de esta vida no hay otra, quizá he ahí la desolación que me golpea cuando la vida y mis emociones, acciones y vivencias se estancan en un movimiento parejo.

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