Mechoneo: "Castellano 2005..."

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Asistí al “pre-mechoneo”, no recuerdo qué día fue, pero no fue ni el primero ni el jueves.

El primer día de clases recuerdo que con unas compañeras nos dimos vueltas mientras una reclamaba porque no nos habían mechoneado, fuimos al ala sur y daba miedo, era una masacre, los de ciencias son muy cabrones; El jueves fue el mechoneo oficial en nuestro departamento.

El día del “pre-mechoneo” nos reunieron a todos (no recuerdo cómo) en el auditorio del departamento, los de segundo se presentaron y acto seguido: nos despojaron de nuestras zapatillas y mochila, así descalzos en filita india fuimos hacía los pastos, un villano disfrazado de universitario nos esperaba afuera, apuntándonos con una manguera. Fue como cuando nos mangueriabamos cuando chicos, pero con 8 a 15 años más y con gente que casi no conocíamos.

¡Al barro se ha dicho!! Y así mojados-embarrados nos pasearon en filita “tipo elefante” por la universidad, por la calle central nos llevaron a matemáticas a gritarles palabras obscenas y ofensivas; Sí ahora estudio Matemáticas.

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- ¡Cómo! ¿Estudias matemáticas?

- Sí.

- Y el año pasado también estudiaste.

- Sí.

- ¿Qué cosa?

- Castellano.

-¿No es un cambio muy grande? Como que no tienen nada en común.

- Sí tienen cosas en común…

- ¿Mmmm…? ¿Cómo qué?

- “Licenciatura en educación, pedagogía en…”

- ¡Ah! Quieres ser profesora…

- ¡Sí!

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Luego de ser mojados, embarrados y puesto a prueba nuestro no muy buen estado físico, nos reunimos en los pastos atrás de Física, en el sol; a comer, tomar (si es que querías) y charlar, fue entretenido.

El día del mechoneo fue el jueves, nos raptaron de la clase de “Teoría Literaria”. Yo iba asustada-resignada hacía la sala de “la masacre”, pero había poca vigilancia y el patio estaba sobre poblado: me escabullí entre la gente, supuse que nunca pasaría por aquel “proceso” de estar toda sucia, hedionda y descalza macheteando ¿Qué iba a imaginar yo, aquel jueves, que la vida daría un giro inesperado y me enfrentaría nuevamente a ser mechona?

Ese día me fui con la sensación que me estaba perdiendo de algo, más que sentir alivio, cuando subí a la micro camino a mi casa, sentí un malestar, me reté: “¡Pucha! Claudia qué eres fome, ahora nunca sabrás qué es ser mechoneada”.

Y como en muchas otras ocasiones, me equivoqué…