A veces mientras camino, me dan
ganas de comenzar a hablarle a Dios y decirle que ya estoy cansá de la “soledad”, que ya no quiero tardes de caminatas a solas
con mis pensamientos…
Y me propongo crear argumentos para
convencer a Dios que me envíe un “príncipe azul”…
Y pues nada, o me encuentro con
algún paisaje lindo que admiro, o niños que corren y me recuerdan al “enano” (que
extraño), o por casualidad llego a alguna biblioteca e intento recordar algún
título que me falta por leer y termino sacando algún libro livianito, casi de
niños, porque los que recordé no estaban…
Luego, leo en alguna banca, y a
ratos observo este nuevo barrio, tan
distinto al que crecí, y a veces me siento un poco arribista, y comienzo a soñar
que me consigo un buen empleo, rento un lindo y pequeño departamento en donde
dibujo objetos de colores en las ventanas, y en donde puedo cocinar… Y mezclo
lo que estoy leyendo con lo que sueño y siento el tenue sol, que igual me da
calor, y me dan gana de abrazar… Y
pienso en mi madre, que a veces la extraño, pero no sé, no sé, y vuelvo
a leer y pienso en ese hogar en el que quiero pintar objetos de colores y me
reclamo el poco espíritu laborioso y me reto por no estar creando material,
miro el cielo y programo una jornada en que sí me sentaré frente al computador
y produciré, luego vuelvo a leer y vuelvo a caminar mientras mi mente divaga
entre comida sana, colores, historias leídas y vuelvo a recordar que le quería
argumentar a Dios que me enviara un
príncipe azul…
Y vuelvo a distraerme.
… Cosas que pasan.
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