Me golpean las ausencias,
pero es como el dolor del pie,
un "algo" que se acerca a lo constante,
y que por lo mismo se vuelve común,
ya no sabe inmenso,
ni a aflicción,
es más como
esa sensación
cuando suena el despertador en invierno,
y uno se destapa y lo golpea el frío,
pero ya luego se pone en marcha el día
y uno
olvida ese "impacto".
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