Bienvenido 2018, ¡cállate y haz zazen!

Frente a las circunstancias de la vida este año pretendía recibirlo sola en mi hogar, quizá haciendo zazen, tranquila (copiándole a Kyonin).

Pero al final accedí a una oferta de una amiga y fui con su familia. Es curioso cómo me he encontrado con gente que me abre las puertas de su hogar y me “adopta” por unas horas.

Me gustó la forma en que recibí el año, con quienes lo recibí. Creo que fue un acto lleno de amor, amor familiar, amor de amistad y de generosidad con una desconocida, amor.

Por mucho tiempo me ha causado una gran sorpresa, quizá pena y hasta rabia las injusticias de la vida, la orfandad, las tristes noticias de la TV o las propias historias que presencio o vivo que parecen injustas y crueles.

Pero creo que también pasa al revés, también nos encontramos con mucha belleza y amor, hay tantos hermosos gestos generosos en el mundo, como aquel tipo que ayuda a subir un bulto pesado por las escaleras en el metro a una desconocida, los saludos amables en el ascensor y el que te reciban en una fiesta familiar, en un hogar, muestra la belleza y el amor que podemos encontrar en la cotidianidad, que no lo “ganamos”, los recibimos y ya de manera casi al azar.

Sé que quizá nos fijamos más en lo feo, en cómo, como género humano, hemos ido destruyendo, pero también hemos construido, hay tanto amor en el mundo, basta observar… Anoche lo vi, lo he presenciado tanto a lo largo de mi vida y es una pena que muchas veces pongamos más énfasis en lo triste, en lo amargo, en las injusticias, siendo que millones de seres a lo largo de la historia influyeron en cada uno de nuestros nacimientos, en nuestra existencia, millones de seres a lo largo de la historia influyeron en todo lo cómodo o bello que tenemos, como la tecnología, la música, el arte, la familia, los amigos, el amor.

Hay tanta belleza y amor en el mundo.

Hay un bello verso budista que dice:  Con el corazón y con el alma agradezco a los millones de vidas, seres y esfuerzos, en todos los tiempos, que resultaron en mi existencia.

Me gusta.

Quizá mis propósitos de año nuevo deban ser repartir más amor, ponerle más atención y énfasis a los actos de amor que pululan a mi alrededor… Suena bien… pero estas son palabras, que espero no se las lleve el viento, palabras que de nada valen sin práctica, palabras que pueden estar tremendamente equivocadas.

No lo sé.

Pero creo que mientras las palabras bailan a mi alrededor y los propósitos de año nuevo desfilan en las conversaciones y en las redes sociales, sospecho que uno de los pasos más importantes es meditar, oohh pequeño habito escurridizo.

Tengo la imagen mental de que algún maestro zen, con su vestimenta negra, escucharía estas ideas, quizá me sonreiría y me diría:

¡Cállate y haz zazen!

Y con toda la imperfección de mi carácter yo le diría: Está bien, pero un paso a la vez…



PD: Acá la entrada en que el monje Kyonin explica su idea de recibir el año nuevo meditando: http://chocobuda.com/2017/12/28/zazen-y-ceremonia-de-ano-nuevo-2018-en-linea/

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